El concepto de soberanía es nuevamente puesto a prueba por
un gobierno de criminales que pretende hacer con un país y con el orden
internacional lo que les venga en gana, tratando de justificar posiciones
extremistas disfrazadas como razonables, incluso aquellas que implican
genocidio, devastación ambiental, agresiones a otros estados, burla a los
tratados internacionales y promoción de un primitiva anarquía.
Estamos frente a un grupo de desadaptados que pretende
imponer su visión enfermiza de “mundo” a la colectividad de naciones, sin
importarles argumento, devastando a su paso ese entramado de derechos humanos,
de comunidad hemisférica y principalmente, pateando de manera inmisericorde los
principios democráticos tan duramente alcanzados, todo esto bajo la cantinela
de porque a mí me da la gana, porque yo tengo derechos y porque fuimos víctimas
del colonialismo.
Está sustentada esta posición no solo en una ignorancia supina,
sino una actitud y voluntad de destruir al otro, al contrario, a quien por fin
puso su casa en orden con mucho trabajo e inteligencia, y disfruta de la prosperidad
y el desarrollo social, porque para estas ideologías basura como el chavismo, y
esas otras posiciones fundamentalistas, que intentan retrotraer a la humanidad
a el gobierno de unos “iluminados” o revolucionarios, a gobiernos buenos y
humanitarios cuyo solo norte es la llamada “justicia social”, estadios
superados gracias a la libertad y la individualidad que supieron imponerse
sobre regímenes comunitarios y gobiernos populistas, y que generaron conflictos
que tomaron sangre, sudor y lágrimas resolver. Pues ahora, aparecen reciclados
y puestos al día estos resabios que se pegan a la gente y los enloquecen.
Quiero analizar con ustedes lo que acaba de suceder en el
seno de la OEA, un organismo que agrupa a los estados de nuestro continente, y
que reflejan el terrible problema de las mentalidades contagiadas por el virus
del comunismo más retrógrado, liderado por la inefable Cuba, cuna de este
pensamiento supuestamente libertario y anticolonial, y secundado por países que
supuestamente ya deberían tener pantalones largos como México, Brasil y
Colombia, hablo de sus gobiernos, no de su gente.
Venezuela, como todos ustedes deben estar enterados, acaba
de ir a unas elecciones presidenciales en un ambiente altamente polarizado, hay
claramente dos bandos, el que sigue a Nicolás Maduro, actual presidente y que
quiere la reelección por un tercer período, un mandatario que se ha distinguido
por encabezar a uno de los gobiernos más autoritarios, corruptos y violentos de
las últimas décadas, y como contrarios, tiene a la llamada oposición
democrática, encabezada por María Corina Machado, a quien le fueron conculcados
sus derechos políticos debido a su altísima popularidad, y que el gobierno de
Maduro le negó su opción de ser candidata, por lo que tuvimos, que recurrir a
un candidato opcional que resultó ser el Dr. Edmundo Gonzáles Urrutia.
Luego de una de las campañas electorales más sucias,
abusivas e injustas de nuestra historia patria, la oposición gana el 28 de
julio pasado las elecciones por una enorme avalancha de votos en todo el país,
pero el organismo electoral, en manos de un sicario de la democracia y bajo
nómina de Nicolás Maduro, las trampea de las maneras más burda y torpes
posibles, es tan evidente la manipulación, que los resultados que pretende el
gobierno se hacen prácticamente imposibles de sustentar sin caer en una
grotesca contradicción, no aparecen las actas que pudieran confirmar los resultados
(afortunadamente la oposición contaba con su respaldo), se alega un jaqueo
internacional “del sistema electoral más seguro del mundo”, y aunque se
proclama ganador a Maduro no tienen como probarlo, de modo que se prepara una inverosímil
trama para involucrar al Tribunal Supremo de Justicia y que declare la
legalidad del triunfo, un tribunal con un lamentable historial de perruna
obediencia hacia el líder de la revolución socialista.
El desaguisado es tan rocambolesco y absurdo, que los pocos
veedores internacionales de cierta reputación, inmediatamente lo rechazan por
incongruente, el pueblo de Venezuela se alza en protestas en todo el país, la
oposición reclama la trampa y presenta sus pruebas irrefutables, que son las
actas que les corresponden a sus testigos de mesa, validadas por el CNE al
momento del voto, pero el gobierno prefiere ocultar la obvia manipulación de
los comicios bajo una teoría conspirativa internacional. Aunque lo más obvio
trata de ignorarse, y es que durante toda la campaña electoral, los medios de
comunicación y las redes sociales recogieron en vivo y en directo, la
imposibilidad del régimen de Maduro de convocar a sus partidarios a una
manifestación a su favor que hablara de su favoritismo o de la intensión del
voto, mientras que la oposición movilizaba pueblos enteros y copaba los
espacios públicos.
Las mentiras del gobierno se estrellaban en contra de la
evidencia contundente, Maduro hizo trampa, cometió serios delitos electorales,
y siguió violando los derechos humanos de los venezolanos, su intención era
imponer su voluntad en contra de todo el país, los venezolanos volvieron a
salir a las calles, esta vez para reclamar la decisión de la voluntad popular,
el pueblo había hablado y los revolucionarios se burlaban con todo el
desparpajo posible, pero para empeorar la situación sacaron a sus fuerzas
armadas a la calle (Guardia Nacional, colectivos armados, policías, organismos
de inteligencia) y empezaron a matar gente, no contentos con esto, decidieron
secuestrar a los testigos de las mesas electorales que habían firmado las actas
originales para que rubricaran, bajo amenazas, las nuevas actas que el gobierno
elaboraba como sucedáneas a las originales.
Estando esta situación en pleno desarrollo, se convoca a los
estados miembros de la OEA para que se pronuncien sobre el problema y resulta
que no pudieron siquiera votar debido a que no asistieron algunos representantes,
bajo órdenes de sus respectivos gobiernos.
¿Qué significa para Latinoamérica este lamentable acto de
cobardía y deshonra? Puede que la OEA no fuera el foro necesario para tratar
estos asuntos, es probable que una mayoría de sus miembros comulgaran con las
tesis anticolonialistas y de liberación que el nuevo socialismo revolucionario
predica, también es factible que muchos países sintieran, que efectivamente hay
una conspiración internacional en contra del gobierno de Maduro en Venezuela, o
que quisieran despejar el camino para darle la oportunidad a Maduro para que
rectificara. Pero declarar desierto un pronunciamiento que pudiera haber
evitado las muertes de personas defendiendo su derecho político a elegir fue
una muestra de insensatez de marca mayor.
El simbolismo de esta omisión a actuar en beneficio de una
democracia en peligro, solo me indica que nuestra región está muy lejos de
entender lo que significa la democracia, que a pesar del discurso de liberación
con que muchos mandatarios se llenan la boca, la libertad y los derechos
humanos son simple maquillaje en sus actuaciones políticas, que el germen de
ideologías políticas totalitarias están siendo incubadas en mucho de nuestros
países, y que hay un desprecio radical hacia el concepto de la voluntad
general, prevalece el caudillismo, el personalismo y los intereses fascistas y militaristas
por encima de la paz, la concordia y la participación, concluyo amigo lector,
que por ahora, estamos bien jodidos en Latinoamérica con esta filosofía de cada
quien a lo suyo y como pueda.
Pero Venezuela es un pueblo resilente y agradecido, y nunca
olvidará el gesto del Secretario General de la OEA, el Sr. Almagro, de pedirle
a la Corte Penal Internacional una pronta sentencia en contra de unos asesinos
y ladrones que tienen a mi país secuestrado, y también al gobierno de los EEUU
y a la Comunidad Europea por reconocer como presidente electo al Dr. Edmundo
Gonzáles Urrutia, la lucha por la libertad continúa.
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