Leone Guinzburg nació en Rusia
de padres judíos en 1909, su familia emigró a Italia siendo un niño, y como era
un joven brillante, desde muy temprano acumuló una vasta cultura, a los 18 años
tradujo al italiano la famosa novela de León Tolstoy, Anna Karenina. Fue docente, editor, escritor, traductor, y una de
las mentes más preclaras de la Roma de su época.
Cuando Mussolini toma el poder,
una de sus primeras medidas fue exigirle a los profesores, en nómina del
Estado, que firmaran una declaración de lealtad al régimen y al Duce, de 1.100 profesores sólo diez se
negaron a firmar, entre ellos estuvo Leone Guinzburg que prontamente había
comprendido que el fascismo tenía como tarea inmediata destruir el espíritu de
la civilización democrática, plan que descubrió desde el primer momento que los
escuchó a sus dirigentes arengando a los obreros fabriles, y descubrió que eran
unos expertos en mentir y cambiarle el sentido a las palabras.
De acuerdo a la explicación del
filósofo e investigador de los Países Bajos, Rob Riemen, en su libro, La lucha contra ésta época (2018) cuyo
subtítulo ilustra su intención “Sobre fascismo y humanismo”, fascismo y
populismo son términos intercambiables, ambos tiene que ver con la “revuelta de
las masas”, justamente cuando las democracias pierden su espíritu democrático y
emerge, su opuesto, el fascismo, esa ideología autoritaria y militarista que
acapara los descontentos y los reclamos de quienes no se sienten ni de la
“izquierda” ni de la “derecha”.
Guinzberg fue arrestado y
deportado, cuando Mussolini fue derrocado, fusilado y colgado por su pueblo,
pudo retornar a Roma solo para enfrentarse a los nazi, quienes habían invadido
Italia, pero fue de nuevo capturado, arrestado y torturado hasta morir,
lamentablemente fallece a la temprana edad de 35 años.
Leone escribió una última carta
a su esposa diciéndole:
“No te preocupes
mucho por mí. Sólo imagina que soy un prisionero de guerra; somos tantos,
particularmente en ésta guerra, y la gran mayoría retornará a casa. Vamos a
esperar que yo sea parte de esa mayoría, ¡Ah, Natalia! Te vuelo a besar una y
otra vez. Se valiente.”
Leone está considerado no solo
como un infatigable enemigo del fascismo, sino un mártir de la democracia y la
libertad. Federico Fellini el brillante director de cine, fue muy amigo de su
viuda Natalie Ginzburg que se había convertido en una importante escritora por
mérito propio, ya al final de su vida Fellini dejó por sentado su posición ante
el fascismo, ya que en sus tempranos años militó en el Movimiento Fascista
Juvenil, dijo el cineasta:
“El fascismo
siempre nace de un espíritu provinciano, carece del conocimiento para enfrentar
los problemas reales, la gente rechaza la oportunidad de darle un significado
profundo a su vida por medio de la flojera, prejuicios, ambición o arrogancia.
Peor aún, ellos proclaman su ignorancia y solo les interesa perseguir el éxito
personal o de sus grupos valiéndose de proclamar hechos sin sustento alguno, y
de un falso despliegue de condiciones personales, esto, en vez de enseñar sus
verdaderas habilidades, o explicar sus experiencias personales o reflexiones
culturales. Contra el fascismo no podemos luchar si no reconocemos que se trata
de la estupidez, patetismo y frustraciones de nuestro propio yo, todo de lo
cual deberíamos sentirnos avergonzados. Para controlar esa parte de nosotros,
necesitamos algo más que activismo político, ya que hay un fascista escondido
en cada uno de nosotros. Y si no nos cuidamos puede de nuevo tener voz,
autoridad y confianza dentro de nosotros.”
Fellini sabía lo que decía, no
solo se salvó de ser indoctrinado, sino que sufrió como creador del desprecio y
la burla de estos fascistas engreídos, y obnubilados por el poder.
Pero el fascismo, como proyecto
político se derrumbaba aceleradamente, las fuerzas partisanas cobraron fuerza,
la guerra tenía a Hitler ocupado y ya no podía cuidar a su aliado italiano, en un
interesante artículo publicado por el Diario La Tercera, y escrito por el
periodista Pablo Retamal nos resume de manera sucinta:
Con los aliados
ya pisando Italia, Mussolini intentó entregarse a los ingleses y
estadounidenses, pero sus gestiones no prosperaron. Intentó huir a Suiza, pero
fue descubierto. Luego, vino su muerte y el ensañamiento con el cadáver… El
mismo líder resuelto y de oratoria flamígera, que en junio de 1940 anunció que
Italia la declaraba la guerra a Gran Bretaña y Francia, ante una enfervorizada
masa reunida en la Plaza Venecia de Roma, ahora parecía otra persona. Lejos de
sus días de gloria, en abril de 1945 Benito Mussolini era un hombre
completamente derrotado. El sueño se había terminado.
Tal como le sucedió a Benito
Mussolini, el poder absoluto que había alcanzado siendo Primer Ministro de
Italia lo cegaron, se creía más allá del bien y del mal, le fue imposible,
borracho por su gloria y el endiosamiento de sus adeptos, al punto que ya no
podía distinguir la realidad de la fantasía, no supo reconocer su fracaso
político ni aceptar que el pueblo italiano había cambiado de manera radical. Un
estudio más cercano de su situación demostraría, que la retórica y el aparato
de propaganda de su régimen, alimentaban aquella necesidad de mantener el poder
cuando ya era suicida hacerlo.
De allí la importancia del
ejemplo de Leone Guinzberg, de poder mirar al ogro fascista a la cara y
reconocer su monstruosidad, su maldad detrás de las buenas intenciones, la
inmundicia detrás del oropel de sus discursos, el fascismo y el populismo van
siempre en contra de la libertad, tratando de convertirnos en una masa homogénea
e igualitaria, sumidos en la miseria y la ignorancia mientras marchamos y
declaramos al mundo lo felices que somos, Leone se atrevió a decirle NO al
fascismo, prefirió la muerte al silencio cómplice.
En cuanto a Fellini, admitir de la manera que lo hizo que todos tenemos un fascista dentro de nosotros, que es ese lado oscuro y primitivo de la naturaleza humana que estamos en el deber y la necesidad de tenerlo siempre a raya, que se trata de rasgos atávicos que solo podemos derrotar en libertad, cultivando las artes, la cultura, admirando la belleza y el equilibrio, viviendo en democracia y jamás sacrificando nuestra libertad, fue un acto de valentía que habla muy bien de este magnífico creador.
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