Cuando el chavismo llevó los restos del héroe de la independencia venezolana, Negro Primero, al Panteón Nacional, se dieron unos actos oficiales, unos discursos, se utilizó una simbología cuyo propósito fundamental era resaltar la solidaridad del partido de gobierno con la gente de color.
La
fiesta que organizó el PSUV por dos días, llenando el centro de Caracas con
bailes y mucho ruido, congestionando la capital con el propósito de llamar la
atención sobre el asunto, que incluyó unos ritos fúnebres muy propios de
nuestros necrófilos endógenos.
El
sincretismo del show que montaron incluyó honores militares, procesión de unos
restos que nadie explicó de quien eran o como los obtuvieron, la presencia del
actor norteamericano Danny Glover en la concurrencia le dio sabor de jet set al evento, no faltaron los
santeros y babalaos, las comparsas carnestolendas del Callao, unidas a las
declaraciones de nuestros afro descendientes contentos de ser tomados en cuenta,
todo este derroche comunicacional terminó en la acusación, por parte de altos
funcionarios chavistas, que la oposición y a la derecha venezolana eran
racistas, entre otras cosas, porque no habían asistidos a los actos.
Aquel
lamentable circo sólo hablaba de una inmensa manipulación a nuestra población
negra por parte de uno de los gobiernos más racistas y segregacionistas que
nuestra historia haya conocido.
Nuestra
sociedad, antes del advenimiento de la revolución socialista bolivariana, era
integradora y abierta, en el sentido de que aceptaba las múltiples diferencias
sociales que existían en el país, se respetaba a las minorías, eran aceptadas
las tendencias de moda, los estilos de vida, las diferentes nacionalidades e
idiosincrasias, esto debido a dos condiciones intrínsecas a nuestro país: en
primer lugar, nuestra posición geográfica, que nos hacía punto obligado de paso
en las rutas internacionales y nos exigía estar expuestos al tráfico
internacional y, con ello, a un intenso intercambio cultural, esto sucedía desde
tiempos de la colonia.
En
segundo lugar, éramos y somos un país mestizo por excelencia, una mezcla de
razas y temperamentos de la más variada índole, donde el color de la piel y la
pureza de la sangre fueron apenas una variable accidental al momento de los
cruces genéticos en nuestra población.
¿Que
existía racismo antes del chavismo? Sí, existía en algunos círculos muy pequeños
y nada significativos, que pasaban por ser más excepciones que una regla, al
punto de que una prohibición de entrada de un cliente a un local comercial, en
el que se alegaba el color de su piel, era tan raro, que ocupaba lugar
destacado en la prensa y era inmediatamente condenado.
El
tema de la homosexualidad, de la deficiencia mental, de ser pobre, negro o
mujer, tenía a lo sumo un tratamiento cómico en los medios y en las expresiones
populares, se convertían en chistes, pero nada tenían de odio, repulsa o
discriminación, se trataba en gran parte de una demostración de ignorancia
sobre los temas; en aquellos días no había todavía esa independencia y vocería
de las comunidades en defensa de sus intereses, no era común el conocimiento
profundo de las diferencias que la antropología y la sociología se encargarían
de esclarecer, y los afectados no manejaban de manera militante sus derechos.
En fin, lo que no comprendíamos lo despachábamos con una chanza y ya.
Pero
cuando llega el chavismo al poder, lo hace con una carga de resentimiento tal,
que comienza la utilización de las diferencias sociales, más allá de la lucha
de clases, con una finalidad política; poco a poco ese rencor se va transformando
en una clara patología social, donde la violencia es el principal ingrediente.
Lo
primero que hace Chávez, que sostenía un comportamiento público claramente
misógino – y eso en un país donde las mujeres habían logrado detentar un
inmenso poder -, es destacar las diferencias de sexo entre hombres y mujeres,
no sólo entre sus colaboradores más cercanos sino entre su público; en sus
shows maratónicos jugaba a diferenciarlos como grupos separados, los hombres eran
convocados por un lado, las mujeres llamadas a corear o hacer vítores por otro;
dentro de las mujeres, las estudiantes se deslindaban de las amas de casa, las
que eran madres de las solteras, las estudiantes de las buhoneras… ardiente seguidor
de la filosofía de la liberación, veía opresión y explotación en cada grupo
social, le daba particular gusto destacar las diferencias de cada segmento y se
dedicaba a hacerlos conscientes de que los “otros” eran culpables de sus
carencias.
Aplicaba
a la historia de Venezuela el lente de la diferencias sociales, a Manuelita
Saenz nunca la reconoció sino como enamorada de Bolívar, a la negra Matea como
sirvienta, a Juana la Avanzadora como auxiliar de tropa, Josefa Camejo como revolucionaria,
a Luisa Cáceres de Arismendi como heroína y rehén del Imperio, etc.
Todas
las decisiones políticas de Chávez para favorecer a la mujer venezolana sólo
destacaban las diferencias; desde la creación de un Ministerio de la mujer, un
Banco de la Mujer, su iniciativa de promover mujeres en el tren ejecutivo y en
las Fuerzas Armadas no fueron sino motivos para dejar por sentadas las
diferencias que, desde su particular visión, percibía entre los venezolanos. Cuando
se enfocaba en las mujeres, resaltaba la diferencia entre sus clases sociales;
la escogencia de mujeres indígenas como pieza central de sus actos públicos era
una clara tendencia a enfrentar las etnias políticamente.
Nada
de lo que hacía Chávez era inocente, detrás había una intención de enfrentar
intereses, buscar representatividad, repartir recursos, asignar cuotas de
poder, organizar células del partido y tener constantemente al país dividido en
grupos siempre dependientes del gobierno; las promesas de autonomía e
independencia eran sólo demagogia, como claramente lo demostró la segmentación
del país en territorios indígenas, supuestamente administrados por sus
ocupantes ancestrales, o las diferentes misiones para las mujeres (embarazadas,
emprendedoras, madres solteras, estudiantes, de la tercera edad, etc.), que en
una hemorragia de recursos devenían en operaciones políticas electoreras o de
control biopolítico de las minorías.
¿Qué
pasó con los negros? Bien, lo primero que hizo fue afectar el lenguaje mismo,
la denominación de la raza, la catalogación de la diferencia; siguiendo el
espíritu emancipador de los negros norteamericanos, el chavismo se encargó de
introducir la diferenciación semántica de nuestros descendientes afroamericanos
desarticulando la palabra “negro” en nuestro país, una palabra que tenía una
enorme carga afectuosa, por una más insípida, “afrodescendiente”, la cual fue
aceptada – suponemos - por esa minoría racial, pues nadie dijo nada.
Aquí
quiero destacar algo, ¿Quiénes fueron los promotores de estas diferencias de
raza y género?
¿Fueron
acaso los mismos negros, homosexuales, transexuales, mujeres venezolanas los
que impusieron esos cambios o, por el contrario, fueron los laboratorios
políticos, especialmente cubanos, los que plantearon esas iniciativas?
Como
yo nunca vi a unas mujeres planteando en un congreso sus carencias de género,
ni vi a líderes negros reclamando para sí un tratamiento especial por parte del
estado por su color de la piel, presumo, hasta prueba en contrario, que en esas
iniciativas fueron técnicos en ingeniería social, blancos, heterosexuales y
hombres, en su mayor parte extranjeros (cubanos y españoles), quienes
plantearon esos bodrios de leyes y regulaciones, con las cuales hicieron
imposible la convivencia nacional.
Chávez
llevó su condición de zambo al extremo de querer ver en El Libertador Simón
Bolívar como uno de los suyos, cambió la iconografía nacional para hacerlo
notable, el complejo de inferioridad que sentía por su herencia lo hizo
despreciar hasta el paroxismo a la burguesía venezolana, su racismo invertido lo
llevó a darles nombres despectivos y tratamientos descorteces a los venezolanos
de piel blanca, y si eran rubios o de ojos claros exacerbaban su crueldad.
Le
gustaba tener dependientes y subordinados de piel blanca y ojos claros a
quienes hacía desplantes públicamente e insultaba, su gusto por las mujeres
blancas era indicativo de su sed de dominio racial, de lucirlas como prendas
del líder, pero su tratamiento personal era despectivo y hasta violento.
Cuando
en una sociedad se necesita leyes especiales para darle derechos, protagonismo,
y construir instituciones para unas minorías, lo que en realidad se está
haciendo es introducir una cuña que divide de manera irremediable a esa
sociedad, destacando esas diferencias de manera tan marcada que crea burbujas
de existencia separadas de la convivencia general, señalando de manera
definitiva e irremediable divisiones totalmente artificiales, creando discriminación
donde no la había, y aumentándola si la había.
A los
negros, a las mujeres, a los indios, a los extranjeros, les daba el tratamiento
que en su mundo los encasillaban de manera definitiva y donde no habían vasos
comunicantes, al destacar sus diferencias y hacerlos aún más diferentes,
otorgándoles prebendas, privilegiándolos legalmente, construyéndoles instituciones
sólo para ellos, lo que hacía era demarcar estos contrastes para jugar con
ellos en un perverso despliegue de poder.
Su
sucesor heredó todas estas taras sociales
El
reconocimiento de un estado democrático, diverso y equitativo hacia sus connacionales
debería expresarse en una ley para todos, la igualdad ante la ley es clave en
una república; desde el momento en que se necesite tener normas especiales para
que la mujer tenga más participación política, los negros puedan entrar
libremente a cualquier lugar, los homosexuales y transexuales ser respetados en
su integridad, los pobres privilegiados por encima de los demás, entramos en
terrenos del apartheid, de cercas normativas que hacen imposibles y artificiales
los acercamientos y las relaciones humanas.
Repito,
los chavistas hicieron este juego racista y sexista para favorecer sus
posiciones políticas y porque así lo plantea la ideología primitiva y violenta
en la que creen, no porque los venezolanos seamos así. Mientras más pronto podamos prescindir de
estos alambres de púas que nos han dividido, mejor será para nuestro devenir
como ciudadanos libres, igualitarios y con vocación universal. – saulgodoy@gmail.com
Tanta alharaca del gobierno con la discriminación de los negros y no hay ningún negro en posiciones de mando en la revolucion.. solo aristobulo, que es el comodín en estos actos.. por cierto en Cuba es igualito... no hay negros en posiciones de mando en este batido fétido que es la ike-revolucion
ResponderEliminarGracias por tus comentarios Jhonny.
EliminarLa verdadera discriminación es de los revolucionarios en contra de los
venezolanos de a pie, hay una extraña sensación de exclución hacia los
valores y principios que han sustentado esta patria, valores y
principios que nos hacen reconocer en las diferencias de los otros
nuestra identidad mestiza, que nos hacen magníficos anfitriones y
buena compañia, que nos permiten comunicarnos con los extraños sin
ningún problema.
Pero estos revolucionarios adptan una pose de sobrados, de que nadie
sabe más que ellos, que pertenecen a una raza escogida por los dioses
para grandes designios, no son humildes su resentimiento va por
delante y cuando los trata, se comportan como unos perdona vidas.
Cuando tratan a los demas, en especial a los que ellos consideran
minorías, lo hacen con toda la intención de que sientas que ellos son
diferentes por la única razón, que para ellos, si eres mujer, gay,
negro o palestino, por nombrar algunas diferencias notables, eres
realmente diferente, al punto que te extraen con pinzas y te presentan
como si fueras un bicho raro, al punto de convertirse automáticamente
en tus defensores, marcandote con un trato donde jamás serás una
persona. excepto desde la diferencia.
Esoes racismo, y del más barato.
Saludos
Saúl.