lunes, 15 de junio de 2015

La falacia de otras formas de propiedad, por Saúl Godoy Gómez.


Porque propiedad hay una sola, y es aquella sobre la que disponemos, poseemos, usufructuamos, disfrutamos… la que hemos conseguido por el trabajo, la que nos pertenece bien sea, por haberla comprado, cambiado, heredado, o aquella que hemos conquistado, poseído y adecuado a nuestras necesidades sin que otra persona nos desafíe o reclame por ejercer nuestra soberanía sobre la misma.
El hombre nace con la noción de propiedad cuando se hace dueño de sí mismo, cuando su voluntad es incontestada por otra, sobre asuntos que solo conciernen a su persona.
Y una de las principales cualidades de la propiedad es su derecho a defenderla, lo que es mío no es de otros y si alguien quisiera quitármelo me opondría por todos los medios necesarios, incluyendo la violencia, con lo que podríamos decir que lo que no puedo defender no es mío, en el sentido real de la expresión.
Por supuesto, la sociedad ha evolucionado hacia el respeto de la propiedad privada y la convivencia pacífica en esta relación se ha impuesto como logro civilizatorio, de hecho, en las sociedades donde no existe la propiedad privada (la mayoría de ellas marxistas) la forma de relación es por medio de la coerción o la coacción.
De esta noción nace un problema fundamental y es que el socialismo alega que la tierra y los recursos naturales deben ser del Estado y si uno permite o acepta esta noción, y en Venezuela se ha cometido la estupidez de aceptarla, se da pie a que el Estado controle a la gente que vive en el territorio supuestamente  administrado por el Estado.
Ni la sociedad, como ente colectivo ni el Estado como organización de poder, tienen la potestad moral o económica de hacerse dueños de la tierra y sus recursos naturales, la naturaleza le da propiedad a quien la trabaja, quien crea algo por sus medios , bien sea producción manual o intelectual, es dueño de sus frutos. El que invierte en trabajo sobre recursos brutos, sin usar, en su estado más primitivo y sin ningún valor económico, debe ser reconocido como el dueño de los resultados y cuando estos no pueden ser separados de su causa, la tierra, por ejemplo, entonces se hace dueño de ella, el simple hecho de ser el primero en usarla y rendirle frutos, crea la condición de propietario y debe ser reconocido legalmente, de hecho, su trabajo crea un valor económico que antes no existía, el trabajo es la fuerza que lleva a los recursos naturales al mercado.
El Estado, en su evolución parasitaria a costa de la sociedad y los individuos que la conforman, pretende hacerse dueño de la tierra y de los recursos naturales haciendo uso de la violencia institucional, es dueño por que tiene las armas, porque despoja a los hombres de lo que nunca fue suyo, ni tiene razones para poseerlo, pero los que ejercen el poder en nombre del Estado son finalmente los que se benefician por medio de la corrupción, el robo y el usufructo de los bienes supuestamente del Estado.
El papel originario del estado es proteger a los poseedores y dueños de la tierra, promover la posibilidad de que todos los ciudadanos puedan convertirse en propietarios, inculcar el respeto a la propiedad privada y solo, en casos excepcionales y cuando los propietarios así lo decidan, nombrar al estado administrador de tierras comunes como lo sería reservas naturales, parques nacionales o territorios que no hayan sido reclamados.
Tomemos el concepto de soberanía, aplicada al estado estamos en terrenos de una ficción jurídica, aplicada al individuo es la defensa de lo que le es propio, su propiedad, que sabe cuál es y cómo defenderla, la soberanía más efectiva y real es la suma de todas esas soberanías ciudadanas, de todas las propiedades dentro de un estado y que constituyen la nación, en cambio la soberanía del estado a nadie le duele.
Lo que no es de nadie, es de todos, y de ese colectivo, preferiblemente de los que tienen el poder, que son justamente los que están asociados con el Estado, son los que usufructan de esos beneficios como si fueran propietarios, es la ecuación perfecta y sofisticada que hace, a un asaltante de caminos, el dueño de nuestras pertenecías cuando perpetra el asalto, bajo la condición de que si no accedemos a su pretensión, nos quita la vida.
No hay libertad sin derecho de propiedad y eso es un hecho incontrovertible, el que no pueda poseer no es libre, es la esencia del esclavo, del hombre-cosa que ni siquiera es dueño de su propia voluntad, el socialismo, bajo la fachada del colectivismo apunta a esclavizar a sus semejantes y para ello trata de desviar el concepto de propiedad y postula formas de propiedad colectivas, donde nadie es dueño de nada y por lo tanto pertenece todo al Estado, cambia de un plumazo a una clase de propietarios por unos sátrapas orientales, según Marx.
Las empresas de producción social son un fraude, ninguna sirve al menos que el Estado las subvencione, lo que producen, si producen, generalmente lo hacen a perdida, sus servicios o productos son de bajísima calidad debido a la falta de incentivos reales, los propósitos idealistas como la solidaridad y la justicia social son abstracciones que no mueven a la producción ni benefician a los trabajadores, son conceptos engañosos que no dan de comer.
La propiedad del Estado no es propiedad, es un robo sostenido a punta de fusil, cuando el Estado se dice propietario de algo es solo porque amenaza con la violencia a quien se atreva a disentir, allí no hay transacción posible, ni participación, ni utilidad alguna, excepto, para los funcionarios que se erigen como representantes del Estado y roban o explotan ese bien secuestrado.
Lo que es de utilidad pública no califica en términos de propiedad, una plaza, el metro, las cuencas hidrográficas, el mar, no se definen por quien sea el dueño sino por quien mantenga su cualidad de res publica, de modo que lo público, tiene administradores, no dueños.
El chavismo quiere, desde que se hizo con el poder político en nuestro país, cambiar radicalmente las bases fundamentales de nuestra relación como seres humanos, su necesidad del dominio absoluto sobre los ciudadanos le impulsan a destruir el concepto de propiedad privada como manera para controlar sus libertades, ellos saben, tal como se los he explicado, que sin propiedad los venezolanos seremos sus esclavos, de allí su afán por destruir hasta a los buhoneros, que practican formas básicas de mercado con sus productos y servicios (de los cuales son propietarios), a los empresarios formales en la industria y el comercio, controlando sus formas de producción hasta hacerles imposibles su trabajo y a las grandes corporaciones ahogándolas y castigándolas con el fin de arruinarlas para luego nacionalizarlas.
De allí también esta carrera por hacer de los Consejos Comunales un semillero de esclavos sin propiedad, trabajando con objetivos colectivistas, convertidos en soplones y controladores de sus propios vecinos y compatriotas, y ahora dándoles el trabajo sucio de imponerle a su comunidad hasta lo que van y pueden comer.
La política de Nicolás Maduro de utilizar a los sindicatos como arietes en contra de la propiedad privada y de las libertades económicas es simplemente deleznable, contrata a agentes provocadores y los hace pasar como sindicalistas afiliados al partido de gobierno, con una serie de privilegios e inmunidades que los hacen intocables, y a pesar de que reúnen a una minoría de fanáticos, con el apoyo del gobierno torpedean la actividad industria hasta hacerla imposible.
Paralizan la producción de bienes y servicios y luego claman por la nacionalización de la empresa y el control obrero de las mismas, y cuando lo hacen, al poco tiempo, deben cerrar por inacapaces, afectando de esta manera a los trabajadores que necesitan de esos empleos y a la sociedad que consume esos productos.
En la vida civil, la que disfruta el grueso de la población (los militares viven en una especie de gran comuna), estas esferas privadas, donde los individuos pueden vivir sin interferencias del estado, se construye prosperidad gracias al esfuerzo personal, al del riesgo que toman las personas al invertir en algo que es suyo y del que van a disfrutar de sus frutos, por eso lo cuidan y lo hacen crecer, estas son cosas cuyo uso y disfrute excluyen a los otros, estas esferas también están compuestas por información personal que solo incumben a su propietario, por espacios que no pueden ser invadidos y donde el individuo goza de paz, privacidad y una muy personalísima libertad de pensar, hacer y disfrutar de sus propiedades, y a pesar de ello, estos emprendimientos generan riqueza, relaciones asociativas y trabajo en la sociedad.
La sociedad se ha organizado de manera que existen leyes que regulan estas esferas privadas y que dictaminan lo que corresponde a una esfera y que está fuera de ella, la sociedad ha encontrado la manera, que protegiendo estas esferas privadas, se puede vivir sin coerción y sus adversos efectos sobre la libertad de los hombres, estas esferas son las estructuras primarias de los valores occidentales. 
El pensador austríaco Frederick Von Hayek destacó en su obra Los principios de la Libertad tres elementos básicos para mantener esta estructura: 1- Debe existir una autoridad con poder suficiente para evitar que otras personas invadan esa esfera privada. 2- La propiedad que una persona puede tener o no, no debe basarse en el arbitrio de otras personas o grupos de personas. 3- Cada individuo debe tener el derecho de proveerse, de acuerdo a la norma, la esfera privada que desee.
Quite usted la propiedad privada de una sociedad y obtendrá el poder absoluto del totalitarismo sobre los individuos, o lo que es igual, de vuelta al cuartel con el Comandante Chávez, o con Maduro, bajo el mandato del sindicato y el partido, que lamentablemente es lo que está ofreciendo con su manera de manejar el país. – saulgodoy@gmail.com




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