lunes, 5 de octubre de 2015

Los intelectuales y el socialismo


Es el título de un interesante trabajo de F.A. Hayek, donde da cuenta de esta extraña especie, los intelectuales y dominados por esa paupérrima filosofía, el socialismo; al principio de su lectura, me chocó el concepto que empleó para describir nuestro gremio de intelectuales, el de: “negociantes de información de segunda mano”, al principio me sentí como un vendedor de alfombres usadas, pero, luego de terminar la lectura, caí en cuenta de que se trataba de una de las más atinadas descripciones de nuestra actividad.
Para Hayek, el intelectual no es un científico, ni un académico, es decir, no es un especialista, es el intermediario entre éstos y las masas, se trata de una persona que entiende poco de mucho, dice Hayek: “El intelectual típico no necesita poseer conocimientos en particular, ni siquiera necesita ser inteligente para realizar su rol de intermediario en la diseminación de las ideas. Lo que lo califica para su trabajo es el amplio margen de temas de los que puede hablar o escribir, y estar en una posición o tener hábitos por medio de los cuales se entera primero de nuevas ideas antes que su público”.
Esta observación me trajo a la memoria una conversación entre Umberto Eco y Susan Sontag sobre la definición de la palabra “polimático” y que Sontag conceptuó como la persona que está interesado en todo y nada más.
Se trata de una concepción muy diferente, por ejemplo, a la del crítico social y filósofo norteamericano Noam Chomsky, para quien la carga moral es lo principal en un intelectual, tal como lo refiere su consigna: “la responsabilidad de los intelectuales consiste en decir la verdad y revelar el engaño”.
Para el economista y filósofo austríaco, el verdadero poder de los intelectuales no está en el corto plazo, nuestras opiniones tardan en llegar y posicionarse entre el público, pero todos los estudios en que basó su investigación indican, fehacientemente, que los intelectuales manejamos un poder real, que no es otro que formar la opinión pública de las grandes mayorías.
El mismo Volatire, en el siglo de las luces en Francia, se dio cuenta del destacado papel que jugaba la opinión en la historia de los países, que propuso fundar una historia de la opinión que complementara su famoso Ensayo sobre las Costumbres.
En los trabajos que examinó Hayek sobre el desarrollo del socialismo tanto en Alemania, Inglaterra, Francia y en los EEUU, la evidencia es contundente, fue una élite de intelectuales los que iniciaron el movimiento de opinión a favor de los socialistas, y a la vuelta de varios años este conocimiento llegó a las masas, donde prendió entre los trabajadores.
Este camino es fácilmente observable en el caso de Venezuela, fue una labor constante  de promoción de las ideas socialistas por parte de muchos escritores, cineastas, gente del teatro, locutores, analistas políticos, artistas y personalidades en el mundo de la comunicaciones, quienes difundieron de manera masiva, a partir de los años sesenta, los valores de la violencia social, el odio de clases, la sublimación del guerrillero y del revolucionario como íconos ejemplares, el desprecio por los valores espirituales, el descrédito de una vida de trabajo a favor del delincuente, la burla a la familia y la religión, las virtudes y logros de la revolución cubana, la campaña de desprecio a la clase empresarial… esa tendencia a favor del socialismo tardó varios años en hacerse patente dentro de las clases populares; cuando llegó su momento, las masas estaban listas para elegir como presidente a un militar golpista autoproclamado “socialista”, su candidato salió de la cárcel donde se encontraba detenido por hechos violentos y, luego de una campaña electoral, coronó con la más alta magistratura del país, apoyado casi unánimemente por todos los sectores.
¿Por qué, se pregunta Hayek, el éxito del socialismo en la opinión pública mundial? Varias son las razones que alega, entre ellas, el socialismo entendió la importancia de los intelectuales y los cortejaba (el caso de la Cuba de Fidel es un claro ejemplo contemporáneo); las ideas del socialismo, basadas en una utopía, invitaban a la especulación y a la crítica gratuita contra los valores establecidos en la sociedad.
La falta de rigor de sus propuesta, el estímulo de los sentimientos nacionalistas y la posibilidad de vengar agravios y compensar resentimientos, hacía atractivas estas ideas proyectadas a futuro, el socialismo ofrecía un paraíso en la tierra sin discutir el cómo se iba a llegar a él, se vendió como una ideología progresista (en la que el estado se ocuparía gradualmente de resolver todos los problemas sociales) y que venía de hombres de buena voluntad; la propaganda insistió en su carácter científico y en los sólidos conceptos como los del materialismo histórico, la plus valía, y la misma dialéctica marxista, ,que le daban ese toque de “profundidad” que satisfacía a los más cultos.
Pero Hayek dice algo verdaderamente preocupante con respecto a los intelectuales, cuando éstos están a la “pesca” de ideas novedosas, de tendencias, de nuevos conocimientos, para trasmitirlos a su público, por lo general no analizan mucho las sustancia de sus hallazgos, basta con que estén conformes con su propia visión del mundo, con su opinión, para hacerlos parte de su arsenal ideológico y lo transmitan, sin darle muchas vueltas al asunto, contribuyendo, sin darse cuenta, a causar un daño mayor en el muro de convicciones de su país, éste fue el principal pecado de todos esos intelectuales “light” que se prestaron a servirle la mesa al chavismo.
Hayek le concede a los intelectuales la presunción de buena fe; dice de ellos que la mayoría son honestos, puede que algunos se dejen manipular por personas, organizaciones e intereses, pero eso sucede hasta cierto punto, la mayoría de los intelectuales, a pesar de que se ganan la vida produciendo opiniones para grandes medios de comunicación, instituciones del gobierno o ONG’s, poseen, en el fondo, un núcleo central de convicciones que son inalienables, aún en países como el nuestro, donde los intelectuales acostumbran a organizarse en “grupos de opinión”, controlados por personas y editores que intentan imponer una pauta en la opinión pública, a favor de sus intereses, y hacen un frente colegiado, en el entendido de que aumenta su prestigio, seguridad y poder.
En cuanto a la competencia entre un sistema como el capitalista, que defiende y promueve las libertades, y uno como el socialismo, que aboga por la sumisión del ciudadano ante el estado - dice Hayek - el capitalismo tiene las de perder, ya que nadie defiende su libertad salvo cuando está en peligro de perderla, no hay programas de difusión de los valores democráticos sino cuando es ya muy tarde y las cadenas del totalitarismo son impuestas a la fuerza; el socialismo, sin embargo, está en una búsqueda permanente de adeptos, justificando sus carencias de racionalidad y humanismo, con una perenne campaña de ofrecimientos a futuro.
Ser un intelectual de izquierda es sumamente fácil y cómodo, tienen toda la tarea hecha y en base a grandes discursos como los de Marx o Lenin, siempre se encuentra en el lado de los justos y los buenos, pues su causa es la de los excluidos y explotados, y su recompensa es el cielo, además tienen la gran ventaja de que tienen politizadas a las principales editoriales del mundo y acaparados los jurados de los mejores premios de literatura y filosofía sobre todo en Europa y Latinoamérica y ahora, en los EEUU.
Me atrevería a decir que, desafortunadamente, hoy en día en Venezuela, hay una ausencia absoluta de intelectuales de izquierda (los que existen son muy malos, en exceso dogmáticos e ignorantes de las más fundamentales nociones del socialismo, excepto por esas ideas harto primitivas y confusas del Comandante supremo, Hugo Chávez), al punto que, el gobierno ha tenido que importarlos de otros países para que vengan a dictar cátedra y a orientar a la masa; esos intelectuales mercenarios, vienen, exponen, cobran y regresan a sus países, dejando a los jóvenes venezolanos más confundidos que como los encontraron, el español Juan Carlos Monedero fue un claro ejemplo de estos intelectuales tarifados y que hicieron estragos en algunas de nuestras delicadas mentes.
Pero sí hubo, hasta fecha reciente, una intelectualidad criolla profundamente afectada por los idealismos del socialismo y el pensamiento revolucionario comunista, que influyó con sus obras y opiniones en el país nacional, que difundió el ideario de la esclavitud revolucionaria a todo nivel, resultando, pocas décadas después, en que el pueblo fuera conducido al matadero por una generación de hombres y mujeres que creyeron en la siembra de esos antivalores, e hicieron un buen trabajo para llevarnos hasta las puertas del mismísimo infierno.
De esta caída vertiginosa al desastre producida por el socialismo bolivariano del siglo XXI, nace de las ruinas un nuevo grupo de intelectuales, entre los que me incluyo, que no tenemos nada que ver con ese pasado rojo rojito, ni con las predicas de la Justicia Social ni con la necesidad de un estado fuerte para poder gobernar.
Somos demócratas hasta los huesos pero atentos al peligro, somos justos pero no cobardes y alcahuetes con los enemigos de la sociedad abierta, creemos en la lucha diaria por la libertad, porque todos los días corre peligro, mientras exista la ignorancia y esos sentimentales, quienes se creen más justos y buenos que Cristo, con ese discurso progresista y de perdona vidas con los que quieren engañar a la gente, porque es en nuestra política donde se han atrincherado y donde son más peligrosos.
Pero veo con atención y con alivio que los nuevos intelectuales de nuestra patria son mucho más escépticos, realistas y afinados en sus pensamientos, que no hay tema que no puedan enfrentar y hacerlo con la guía de la razón, hemos aprendido a pelear en contra del pensamiento postmodernista con sus mismas armas y con no menos pasión.
La batalla por las ideas apenas y comienza en Venezuela, debemos desalojar del templo de nuestra política y nuestros foros civiles a estos fariseos socialistas que insisten en un pensamiento retardatario, hipócrita y banal que si lo permitimos, seguirán alimentando al monstruo comunista que intenta sobrevivir en nuestros partidos políticos. -     saulgodoy@gmail.com.


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