Cuando revisamos la larga tradición de las ideas liberales en el mundo nos encontramos, en Europa y sobre todo de América, con un movimiento, más bien, un proyecto, denominado “Constitucionalismo liberal” que no es otra cosa que el esfuerzo intelectual de generaciones de pensadores, por ponerle bridas al poder para controlarlo y direccionarlo, sin dejar de garantizar los derechos ciudadanos. limitando el tamaño del Estado.
El liberalismo
no es solo una colección de normas y principios sobre igualdad y libertad, es
principalmente una disciplina del poder, formulas para controlar y manejar ese
poder.
Cuando una
sociedad organizada logra controlar el poder, que por naturaleza es arbitrario,
se sirve a sí mismo y tiende a abarcarlo todo, y lo hace de manera
institucional, con la fuerza de la ley y por medio de la descentralización del
estado, inmediatamente obtiene la posibilidad de generar riqueza, inclusión y
conocimiento; elimine usted de la ecuación política el poder personalista,
autoritario, irresponsable y no sujeto a balance ni control, e inmediatamente
la sociedad sentirá no solo más estabilidad, sino que surgirán nuevas formas de
participación, rutas de diálogo, acuerdos, consensos y se desatará una dinámica
que necesariamente fortalecerá la democracia como un todo.
Pero hay que
controlar el poder, y el problema mayor lo encontramos en aquellos hombres
y mujeres que persiguen la obtención del poder para lograr sus propios
intereses y no los de la sociedad como conjunto, o de quienes sustentan el
poder, y una vez ganado el gusto por el mando y la obediencia, no permiten
que el poder les sea confiscado, regulado o disminuido.
Esta lucha de
la sociedad por controlar el poder es el elemento fundamental de toda democracia,
si se permite que quienes detenten el poder en un determinado momento, se
confundan con la soberanía y el pueblo, esta confusión traerá como resultado el
crecimiento del aparato estatal hasta abarcar la vida privada de sus
ciudadanos, se atribuirá más ámbitos y jurisdicciones, designando más
burocracia para controlar al individuo, si el poder hecho gobierno no acata la
ley, principalmente la Constitución y no responde a los valores democráticos,
el poder absoluto tratará, por todos los medios de esclavizar a esa sociedad
para su único propósito, perpetuar en el poder a quienes lo ejercen sin control.
Dejado solo, a
su arbitrio, el poder es como el hambre más voraz que se pueda imaginar, no
descansará hasta haberse tragado todo, al final su apetito insaciable lo hará
autodestruirse, el poder es ciego y solo se sirve así mismo.
Por ello, es
que no hay persona más peligrosa que un hombre enfermo de poder con un pueblo
ignorante de las consecuencias, de las ausencias de los pesos y contrapesos de
una democracia, Bolívar lo sabía y lo advirtió, Miranda y Simón Rodríguez lo
sabían, he hicieron lo posible por explicarle a las generaciones futuras de la
amenaza, sólo los ciudadanos conscientes del peligro pueden enfrentar con éxito
los cantos de sirenas del tirano, que exigirá más poder y por más tiempo.
Pero estas
ideas fueron olvidadas, cayeron en desuso, la moderna teoría del Estado exigía
un aparato burocrático estatal lo suficientemente grande y poderoso para poder
hacerse cargo de las nuevas funciones del Estado como generador del progreso y
crecimiento de la nación, y para aquellos países que nunca pudimos diversificar
nuestras economías, que vivíamos de las rentas petroleras en un esquema de
capitalismo de estado, la presencia del Estado se hizo hasta necesaria.
Pero la verdad
había sido descubierta mucho antes, la fórmula no es un engaño: A mayor tamaño
del Estado menor es la libertad del ciudadano, menor las libertades públicas.
No hay
necesidad de ser un genio para ver las proporciones trabajando, todo espacio
que es ocupado por el Estado y su burocracia, es un espacio menos para la
sociedad y el individuo.
La tendencia es
una progresión aritmética, a mayor tamaño del Estado más espacio reclamará para
sí, y una vez que el Estado sobrepasa ciertos límites en democracia, como el
borrar los estancos que separan los poderes públicos de los derechos civiles,
cuando el estado toma el control de las instituciones fundamentales para
servirse de ellas y ataca la propiedad privada, cuando se pone por encima de la
constitución y las leyes y genera sus propias justificaciones de derecho para
imponerse a toda resistencia, entonces, el poder entra en una nueva progresión,
esta vez geométrica, avasallante, canibalizante y totalizadora.
El poder
empieza a destruir a la sociedad donde opera, como le sucedió a Mao en China, a
Stalin en Rusia, a Pol Pot en Camboya, a Hitler en Alemania, como va a pasar en
Venezuela si el chavismo continúa en el poder.
Cuando Bolívar
advirtió que los pueblos se acostumbraban a obedecer y los líderes a mandar y
por ello la alternabilidad en el poder era una necesidad, sabía de lo que
hablaba, su vida fue una constante batalla personal con ese demonio del poder
que atormentaba su alma republicana, era tan fácil sucumbir a su fuerza y lujuria,
el poder absoluto envilece.
Me produce una
gran desazón cuando veo y escucho a los líderes del chavismo preparar la mesa
para el acto más antidemocrático de todos, las trampas electorales para
permanecer en el poder, el solo hecho que se hayan permitido por parte del
árbitro electoral, el CNE, todos esos fraudes, delitos, actos de violencia,
trucos, abusos de poder, para que desde el estado, el grupo que manda, el
partido PSUV, haga y deshaga para proteger esa cuota grosera y criminal de
poder que sustenta, indica que tenemos una sociedad enferma y en camino a su
destrucción.
El chavismo y
sus seguidores son claramente personas antidemocráticas, no quieren ni aceptan
otro arbitro sobre sus acciones sino ellos mismos, su actitud de desconocer y
tergiversar la voluntad popular es ya señal de que el demonio del poder los
tiene ciegos, que contra viento o marea van a intentar crear una casta real, de
que van a tratar de constituir a Miraflores, en el asiento de la nueva
oligarquía socialista de América Latina.
Bajo los
pueriles argumentos de la relatividad de una vida humana en la suma geológica
de las edades de la tierra, en que el pueblo decida hasta cuando se queda un
presidente en el poder (sobre todo cuando el presidente quien cuenta los
votos), que dieciséis años es muy poco tiempo para consolidar el proceso
socialista… (el único proceso que se va a consolidar es el de la tiranía
vitalicia y hereditaria) entra uno en sospecha sobre las verdaderas intenciones
de los chavistas.
Se trata de
hombres y mujeres que ya tienen en su contra acusaciones graves de genocidio,
de trampa electorales, de corrupción, de terrorismo, de fraude, de extorción y
de innumerables violaciones a los derechos humanos, que la única manera que
tienen de eludir la justicia nacional e internacional, es precisamente
perpetuándose en el poder, protegerse de los procesos escudados tras la excusa
de la soberanía, de la majestad del cargo, de la inmunidad que otorga el
ejercicio de sus fueros.
Sus reputaciones
están tan dañadas, sus mentiras suenan tan huecas que ya toda Venezuela y el
mundo sabe lo podrido que están, y que basta el soplo del viento para que todo
ese mundo revolucionario de pacotilla se derrumbe, y tengan finalmente que
enfrentar la justicia de los hombres.
Esa es la razón
fundamental para que Venezuela, con la ayuda de gobiernos democráticos que no
claudican ante los sobornos y el miedo, haga de estas elecciones un gesto de
rebelión, un grito de libertad y un acto de reparación, sobre los verdaderos
ideales de la república y la democracia que llevamos sembrados en el alma. - saulgodoy@gmail.com
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