lunes, 30 de noviembre de 2015

Una distopía del fin del chavismo, un ejercicio literario sobre el futuro próximo… (Ficción pura; cualquier parecido a la realidad es mera coincidencia)



Advertencia: El siguiente escrito es producto de la imaginación del autor, es un trabajo de ficción literaria sobre sucesos que no han ocurrido, no es parte de una conspiración nacional o internacional, no es un plan de desestabilización ni una instigación a delinquir, no es un llamado a la violencia; las distopías se caracterizan por ser llamados de atención sobre posibles resultados si se mantienen cursos de acción destinados a cambiar la realidad.
Esta advertencia la hago por recomendación de mis abogados, ya que podría mal interpretarse mi trabajo literario, principalmente, porque la mayor parte de los funcionarios del gobierno chavista, que se ha distinguido por ser antidemocrático, intolerante con la diversidad de pensamiento y propenso a la censura y la restricción de la libertad de expresión, carecen de discernimiento para distinguir una obra literaria de un panfleto contrarrevolucionario y no tienen ni manejan criterios que les permitan diferenciar un trabajo de ficción, como el presente, de uno de los tantos documentos que sus cuerpos de seguridad fabrican para incriminar a sus enemigos políticos y someterlos a procesos judiciales con el fin de neutralizarlos o destruirlos.

Como bien dice Cornelius Castoriadis, la historia es creación y destrucción… y dentro de la creaciones tenemos a un Auschwitz como a un Partenón, se construyen cosas torcidas y malignas u obras puras y bellas y útiles; el decurso de la historia, bien sea temprano o tarde, se encarga de determinar el valor de estas creaciones.
En el caso del chavismo observamos un movimiento político que se ufanaba de ambas, destruía para luego crear, y en aquello de arrasar eran unos expertos, no dejaban piedra sobre piedra; como buenos bárbaros, les resultaba un éxtasis llevar a la ruina a las instituciones, desmontar las obras humanas, envilecer a las personas, sembrar la confusión en el mundo de las ideas… y, al momento de crear, debido principalmente a su impericia, falta de responsabilidad e ignorancia, creaban bodrios, cosas ominosas que salían de almas maltrechas y que venían del subsuelo del mundo.
No puedo dejar de mencionar, y esto en algún momento deberá ser debidamente constatado, que fue un movimiento político que atraía a personas enfermas del alma, de la psique, a locos y psicópatas, a resentidos sociales y afiebrados utopistas, cuyo principal fin era cobrarle a la sociedad venezolana unas supuestas deudas sociales e históricas que el país todo tenía con ellos… y cobrar fue lo que hicieron, en oro, pues saquearon el país en nombre de un iluminado, de nombre Chávez.
Para salir de ellos Venezuela tuvo que sangrar, al final decidieron atrincherarse y desatar sus furias contra una población cansada de injusticias y falsas promesas, que sufría hambre, carestías y pestes; pero como el chavismo es irracional, funcionaba solo en un mundo y con una lógica aparte, que sólo se entendía por un acto de fe revolucionaria, no captaron que ellos eran pocos y nosotros muchos y que un pueblo acorralado y sin esperanzas es sumamente peligroso.
Creyeron que escudándose detrás de las Fuerzas Armadas, de los políticos armados, contando que con su poder de fuego podían prevalecer y seguir con ese injusto dominio sobre un pueblo libre, decidieron dispararle a mansalva a la gente.
Esto lo hicieron por varias razones, pero la principal era que el chavismo se basaba en el nihilismo, era gente que sólo vivía para el momento, que no creían en la dignidad humana, ni en la trascendencia más allá de los billetes, que se podían tener en los bolsillos o en unas cuentas en bancos extranjeros de dinero mal habido.  El chavismo creía que, fuera del ahora y del momento, no había más nada, lo que les aguardaba al llegar el fin de sus días era la nada pavorosa, la oscuridad eterna en la cual se negaban a pensar.
Otra de las razones por las que el chavismo-madurismo decidió inmolarse en lo que ellos creían era el final digno de los revolucionarios, en un baño de sangre, en una degollina contra su propio pueblo, era que la mayoría de sus líderes estaban enfermos de patologías terminales, muchos de ellos sufrían de dolencias altamente virulentas, y como se estaban pudriendo por dentro por estar viviendo entre tanta maldad, querían terminar sus días de manera violenta, sin siquiera pensar en sus familias, pues, para el chavismo, el mundo terminaba con ellos.
La otra parte de la dirigencia chavista madurista estaba compuesta por narcotraficantes, lavadores de dinero sucio, corruptos, terroristas, muchos de ellos buscados por la justicia internacional, por lo que no tenían otra salida que asegurar en el país su guarida y protegerla al costo que fuera.
Fue de esta manera como el día de las elecciones decidieron soltar a las calles sus colectivos armados, unos grupos paramilitares compuestos de criminales de alta peligrosidad, para que sembraran el terror entre los votantes que querían terminar con aquella pesadilla de gobierno; las Fuerzas Armadas apostadas en los centros de votación no hicieron nada ante el abuso de esas bandas violentas y al principio la gente se replegó asustada, pero a medida que la indignación colectiva creció, la situación se tornó más violenta.
El árbitro electoral jamás actuó para prevenir la situación que estaba en plena escalada, guardó silencio, pues era cómplice confeso, en esa trama que se desarrollaba sin dirección.
Los ciudadanos del país esperaban el usual abuso de poder y violación masiva de las leyes electorales por parte del chavismo para imponer a sus candidatos para la Asamblea Nacional; ya en varias oportunidades estuvieron a punto de suspender las elecciones porque los sondeos de opinión y otras encuestas no los favorecían, al contrario, los condenaban al rotundo fracaso, pero no lo hicieron por miedo y por la presión internacional, pero aún así, los llamados del presidente a la violencia, a tomar la calle, a ganar “como sea”, hicieron su efecto en los grupos de fanáticos y mercenarios rojos rojitos.
Las organizaciones y personeros invitados por el gobierno para el “acompañamiento” electoral se hicieron la vista gorda de los abusos y ventajismo del gobierno, y quisieron apaciguar a la oposición política para permitir el fraude electoral que tenía preparado el CNE, aún sabiendo que una parte del país estaba bajo un injustificado estado de excepción, trataron de brindarle al chavismo más ventajas tratando que la oposición firmara una vergonzosa aceptación de resultados electorales por adelantado.
El día de las elecciones las hordas chavistas acudían a los centros electorales y obligaban, a punta de pistola, a los electores a elegir sus candidatos, y a aquellos que no querían votar por el régimen, a pesar de los “favores” recibidos, los sacaban de sus casas a empujones y los montaban en autobuses para que fueran a votar bajo la mirada furiosa de los sicarios, ese día el voto dejó de ser secreto pues fotografiaban al elector haciendo su elección.
A las nueve de la mañana de ese terrible día, el gobierno decidió tumbar la señal de internet en el país, al percatarse de que en las redes sociales corrían las noticias sobre los abusos y el ventajismo, en la televisión pasaban dibujos animados, programas pregrabados de variedades, propaganda del gobierno… todo era parte de un nuevo black out informativo.
La radio estaba intervenida por CONATEL y en las emisoras libres e independientes se escuchaba una ominosa estática; la telefonía apenas funcionaba, la CANTV fue militarizada, el país estaba incomunicado.
Dicen que la ofensiva se inició en Guarenas, la famosa “cuna de la revolución” donde el Destacamento de la Guardia Nacional de esa localidad fue atacado por una poblada, luego de que uno de los colectivos se refugió allí tras asesinar a un elector que les reclamó su presencia en el centro electoral, los efectivos que opusieron resistencia murieron y las instalaciones fueron saqueadas y quemadas; con sus armas tomaron las principales vías de comunicación y se montaron barricadas. En Guatire la situación fue parecida, cientos de motociclistas de los colectivos yacían muertos en las calles y autopistas junto a las víctimas inocentes de sus tropelías, sus motos ardían en medio de las vías.
A las diez de la mañana los hospitales y centros asistenciales estaban colapsados de heridos de bala, las calles se convirtieron en trincheras, muy pronto los colectivos armados se dieron cuenta de que tenían la batalla perdida, los militares los habían dejado solos, en muy pocos casos los uniformados abrieron fuego contra la multitud, con nefastas consecuencias para ellos.
A las once de la mañana aparecieron los primeros aviones, pero ninguno abrió fuego; sólo pasaban rasantes sobre la ciudad de Caracas. Desde el aire se veía el 23 de Enero, ardiendo por los cuatro costados, se reportaba decenas de ejecuciones públicas de simpatizantes del gobierno, el Palacio de Miraflores fue tomado por una muchedumbre buscando al Presidente, que había huido con su familia hacia la base naval de Mamo en Puerto Cabello.
A las dos de la tarde el país se encontraba sin servicio eléctrico, el proceso comicial fue suspendido y se dictó una Ley Marcial que nadie respetó, los componentes de las Fuerzas Armadas se negaban a recibir órdenes del alto mando, todo el mundo andaba por su cuenta, no había una coordinación visible.
A las tres de la tarde se corrió el rumor – incontenible detonante, algunas veces usado por los chavistas para desencadenar la reacción de sus hordas, y que ahora se volvía contra ellos - de que los presos políticos habían sido ajusticiados en sus celdas, tanto en la sede del SEBIN como el cárcel de Ramo Verde; ese fue el inicio de la cacería de chavistas más encarnizada, nunca vista en nuestra historia política, la vendetta pública, en manos de una masa de gente indignada e incontrolada… casa por casa se inició una búsqueda de personeros del partido PSUV, todos fueron torturados y ejecutados en plena vía pública (todas esas muertes fueron registradas en video en teléfonos celulares e posteriormente subidas a la red).
En algunas instalaciones militares y civiles el personal cubano fue puesto bajo arresto, algunos ejecutados sumariamente, otros que se resistieron, fueron reducidos por las armas. Varios altos oficiales de las Fuerzas Armadas fueron fusilados por sus propias tropas en los cuarteles, mientras sus residencias eran arrasadas con sus familias adentro.
Fuerzas de acción rápida del ejército de los EEUU fueron movilizadas y tomaron control de los principales centros productores de petróleo y refinación, donde ya se desataban enormes incendios; el portaviones Nimitz fondeó frente a La Guaira y, para alivio de la población, las fuerzas militares norteamericanas tomaron control del  puerto y el aeropuerto. Inmediatamente, un contingente de políticos chavistas se entregó a las autoridades extranjeras pidiendo protección y clamando por el respeto de sus derechos humanos.
Las diferentes embajadas extranjeras se llenaron de familias de funcionarios chavistas, que pedían asilo político; los que no lograron atravesar los límites de las sedes diplomáticas cayeron en manos del pueblo enfurecido que buscaba venganza.
Los aeropuertos privados y los ubicados en algunas haciendas fueron tomadas por la gente enardecida, todas las aeronaves fueron destruidas y quienes intentaron huir con sus equipajes fueron tomados prisioneros, muchos fueron juzgados por tribunales populares, condenados y ejecutados en el acto.
La pareja presidencial no corrió con mejor suerte, la base de Mamo fue asaltada por la turba y los soldados no ofrecieron resistencia, el presidente perdió su arma en la huída, ambos se encerraron en un baño de servicio, que también servía de depósito de materiales de limpieza, cada uno  se bebió un envase de líquido para limpiar tuberías y sanitarios y murieron en medio de terribles dolores; sus cuerpos fueron quemados.
La ordalía duró 48 horas, antes de que pudieran hacerse los llamados a la calma, se restablecieran los sistemas de comunicación y la gente volviera a sus cabales; el país volvería la democracia y la libertad en uno de los episodios de violencia política más cruentos de la historia en Latinoamérica. Se calculó que hubo más de 200.000 muertos, 25.000 de ellos producto de la crisis humanitaria que se desató en el país luego de la violencia desatada ese día, no había comida ni los elementos más necesarios para la vida, las grandes ciudades fueron las más golpeadas.
El país quedó en la miseria y los cascos azules de la ONU se hicieron cargo, conjuntamente con la OEA y el FMI, de la transición, hasta que se pudieron realizar elecciones libres, sólo al año de estos terribles sucesos.  El presidente Maduro pasaría a la historia como el hombre que mandó cobardemente a masacrar a su pueblo un día de elecciones y el pueblo no se dejó. -  saulgodoy@gmail.com
  


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