En
este momento, la gran amenaza para los EEUU no es el enemigo externo, sino el
interno; lamentablemente, el partido demócrata ha permitido que las ideas del
marxismo recargado, esas tesis postmodernas, nihilistas, esas utopías
peligrosas de un mundo justo, igualitario y ecológicamente perfecto se mezclaran
con ciertos grupos de interés de nuevos ricos, de gente emprendedora que ha
hecho fortuna gracias, precisamente, a las libertades y al libre mercado, que
sólo es posible en un país que siempre estuvo consciente y dispuesto a la
defender sus valores fundacionales.
Esos
nuevos ricos de izquierda, que gracias a su creatividad personal, a sus
talentos innatos, al trabajo arduo y constante que le imprimieron a sus
proyectos, lograron triunfar y cosechar un cúmulo de bienes materiales, fama y
poder, de pronto, de manera absurda e irresponsable, los están poniendo al
servicio de su propia destrucción y del país que los ha premiado con tanta
generosidad.
Y
cuando hablo de este tema, no dejo de pensar en los artistas de Hollywood,
aquellos que hoy le tienden la cama al comunismo más retrógrado y criminal,
como lo es la Cuba de Raúl Castro y su nuevo presidente, Miguel Díaz-Canel; que
enaltecen esa ideología de piratas que esclavizan a sus propios pueblos y
trafican con la miseria humana, como lo es el socialismo del siglo XXI de
Chávez, en Venezuela; y son los que suspiran y hacen películas sobre unos
supuestos héroes guerrilleros, y que ven en las FARC y el ELN, a los nuevos
Robin Hoods de sus infancias.
Esa
Latinoamérica revolucionaria se ha convertido en un pésimo ejemplo para unas
mentes que no han salido de su etapa anal, como las de De Niro, Oliver Stone, Clooney,
Sean Penn, Di Carpio y otros muchos, los cuales, a pesar de ser unas personas
maduras y pensantes, no cejan de cortejar a quienes son un pésimo ejemplo para
la civilización occidental, enemigos declarados de la nación de la que son
parte y les dio todas las oportunidades para ser quienes son hoy en día.
Y debo
hacer un inciso aquí: esa civilización occidental que está siendo duramente
atacada, está liderada por los EEUU y a ella pertenecen muchos de los
activistas, creyentes y simpatizantes del partido demócrata, que están haciendo
un enorme esfuerzo por cambiar ese paradigma de libertad y democracia; muchos
de ellos, descontentos con las contradicciones que encuentran en sus vidas, con
las injusticias y problemas que ven a diario, piensan que, destruyendo o
cambiando las bases sociales y económicas de la sociedad en que viven, podrán
construir un mundo mejor y más bonito, que se asemeje al de la ilusión
socialista que predica Obama, de inclusión, multicultaralismo y estado benefactor;
eso implica imponerle al país una agenda de trabajo social forzado, de
contribuciones obligatorias de los que más tienen para los menos favorecidos,
lo que se traduce en una acelerada pérdida
de libertades y un considerable costo para los contribuyentes, al ponerlos a
financiar esas fantasías socialistas.
Porque
eso es lo peor de la ecuación, esos nuevos ricos socialistas, esos comunistas
de la champaña, que viven en mansiones en Bervely Hills, dueños de costosos
autos eléctricos no contaminantes, viven en una burbuja a la que no quieren
renunciar, y aunque no les gusta que sean de sus fondos y cuentas bancarias las
que deban financiar esos cambios; les parece correcto que si todo el mundo debe
tener acceso a la salud, que sean otros los que pongan el dinero, empesando por
el gobierno federal; hay demasiada gente allá afuera que puede contribuir, vía
impuestos, para que les toquen a ellos, a esos bellos y bien intencionados
revolucionarios de noches de gala, sus dineros y empresas que, con tanto
esfuerzo, se han ganado.
Los
Clinton, los Sanders, los Gore, los Kenneddys, han derivado por una senda política
que pareciera propiciar el debilitamiento de su propio país, apostando a promesas
populistas como un salario mínimo alto, seguro médico para todos,
representación de los obreros en las juntas directivas de las corporaciones,
cambiar la estructura de los impuestos para que la educación de los jóvenes sea
gratuita, promesas que los venezolanos ya hemos escuchado, muchos creídos, y
ahora estamos pagando con sangre.
La
única manera de implantar esa justicia social que tienen en la cabeza, es con
un estado totalitario, grande, policial, anulando el espíritu emprendedor e
individualista que anida en el alma de los norteamericanos, implantando
controles sociales a gran escala, haciéndolos a todos, menos a la élite
gobernante, más pobres y dependientes del estado benefactor.
Y eso
es terrible, porque ese discurso y esa actitud que ostentan los seguidores del
partido demócrata, en el cual los únicos buenos de la partida son ellos, los únicos
moralmente correctos, los más justos y abiertos a todas las razas y creencias
del mundo, tiene sus límites y peligros; pero de eso no hablan, porque en el
fondo lo que les interesa es el poder, ocupar la Casa Blanca, tener a
Washington en un puño, complacer a las mayorías en arrebatos de populismo,
decirle al gran público lo que quieren escuchar, utilizar los medios de
comunicación masiva para vender sus imágenes de estrellas e intelectuales al
servicio de la humanidad.
Todo
es una pose anodina, pues lo que tienen adentro, es una vaciedad absoluta, el
sólo hecho de que durante la administración de Obama se haya hecho público que
los EEUU se conformarían con un papel de segunda en los asuntos del mundo,
promoviendo la idea de dejarle el liderazgo mundial a otros actores, recogiendo
sus fuerzas y permitiendo que otros ocuparan su lugar, pensar que era mucho
mejor para los intereses de USA que sus fábricas e industrias estuvieran
radicadas en el extranjero fue un craso error, inevitablemente aprovechado por
sus enemigos externos.
Danza con lobos.
El
mundo académico, ocupado con las ideas del deconstruccionismo, con las tesis de
un Nuevo Orden Mundial, con las teorías de justicia de Rawls, el cambio
climático antropocentrico, la permisividad para con el islam en su expansión en
el mundo, los argumentos radicales del feminismo, las teorías del post
colonialismo y la renovación de la ideología de la teología de la liberación,
promovida por un Vaticano entregado al socialismo, han debilitado la capacidad
de raciocinio de los americanos, principalmente de su juventud.
La
izquierda ha posicionado sus fichas en las estructuras educativas de USA, sobre
todo en universidades de alta escala, como Harvard y Stanford, donde sus
alumnos reciben indoctrinación comunista sin mucho contrapeso por parte de la tesis
del liberalismo clásico; ideas peligrosas que no respetan la verdad, ni la
racionalidad, donde se estudian los asuntos globales con un pensamiento en el
que los EEUU ya no conforma el poder regente.
La
gente, el pueblo norteamericano, recibe de los medios y de la academia información
muy fragmentada e interesada contra los intereses del capitalismo, de la
empresa, del gobierno responsable en manos de los republicanos, algunos dueños
de medios plenamente identificados con los intereses del partido demócrata no
han dudado un instante en apuntar toda su artillería pesada en contra del
presidente Trump.
Lo
que aconteció hace poco en la Universidad de Houston, donde los estudiantes
boicotearon a la representante de la ONU, Nikky Halley, reclamándole la sangre
derramada en el conflicto Pelestina-Israel por parte de sus aliados israelitas,
al mantener su posición contra gobiernos fundamentalistas, de pensamiento de
izquierda, incapaces de encontrar un camino para la paz… culpando en todo a los Estados Unidos, es una
clara muestra de que la intolerancia y la violencia revolucionaria está
prendiendo dentro de la juventud, que ni piensa ni siente sobre las posibles consecuencias
de sus posiciones; no hay quien les explique el peligro que corren al seguir el
pésimo ejemplo de sus líderes, cerrando
filas con el marxismo, sólo ven y escuchan a sus celebridades de Hollywood
agasajando y tomándose fotos con dictadores, fundamentalistas e írritos
pensadores, enemigos del the american way
of life.
Hay
una fuerte e inmerecida carga de culpa por la opulencia y el progreso que la
sociedad norteamericana ha experimentado; generar tanta riqueza, ser tan
productivos, ya no es un regalo de Dios como premio a su trabajo, como sí lo
fue en un pasado reciente, ahora es motivo de remordimientos y vergüenza; hay
una inclinación nihilista en ciertos sustratos de la sociedad norteamericana de
auto infligirse castigo, que no se merecen ni puede explicarse de manera
racional, excepto asumiendo una ideología, como la visión de los marxistas
materialistas, que ven predadores donde hay triunfadores, que son incapaces de
ver creadores de riquezas, trabajos y oportunidades.
Si
bien es cierto que el capitalismo crea muchas avenidas hacia la acumulación
material, entre ellas muchas que son fáciles y estériles, productos de
componendas y trucos que permite la tecnología y la falta de escrúpulos, el
resultado es siempre una crisis que castiga a la sociedad en su conjunto y la
obliga a rectificar y aprender de la experiencia, y en eso el capitalismo tiene
la gran ventaja de la adaptación, aprende de sus errores y se perfecciona.
La
población latina en USA ha sido la más afectada por la deriva socialista del
partido demócrata. A pesar de que muchos de sus países de origen padecen del
yugo de las izquierdas, del complejo de Adán (del buen salvaje), de un cúmulo
de resentimientos, algunos ficticios, nunca bien manejados y solucionados, los
latinos se sienten identificados con los cantos de sirena del partido
demócrata, que hablan de justicia social, de reivindicaciones postcoloniales; pero
no es verdad que con ese partido, durante las presidencias demócratas,
Latinoamérica haya estado mejor que con los republicanos, tampoco ha disfrutado
de una calidad de vida y oportunidades de surgimiento como con los
republicanos.
Los
latinoamericanos que hacen vida en el seno de USA y los que estamos en su
periferia, nos importa en altísimo grado la buena salud y vigor de su gobierno
y su sociedad, pues nos beneficiamos tanto de su prosperidad como de su
liderazgo. Los Estados Unidos siempre han sido un bastión, a veces el único, de
la libertad en el mundo; su ejemplo e iniciativas para otros menos afortunados han
sido ejemplo de generosidad; su interés en promover la democracia en el mundo
nos ha garantizado la sobrevivencia en medio de los ataques de los enemigos de
las sociedades abiertas, que son muchos y variados.
Ha
pasado muy poco tiempo desde que el partido demócrata perdió las elecciones
presidenciales en ese país, por lo que no es de extrañar que todavía se sientan
los tremores de las fuerzas del socialismo tratando de socavar la legitimidad
del gobierno del señor Trump; Obama vuelve a lanzarse en el ruedo político y a
la presentación de los candidatos de su partido, tratando de ganar adeptos del
centro y aún de la derecha, apelando a su discurso patriotero y a su
equilibrada posición entre aguas turbulentas, mientras la jauría de su partido
se encarga de destrozar al juez Kavanaugh en unas sesiones del Judiciary Committee , que revisa su nominación para el
Tribunal Supremo de Justicia, un espectáculo digno del mejor circo romano en
tiempos de Calígula.
Como
estrategia para debilitar la creciente popularidad de Trump, los demócratas han
creado, dentro de los grupos feministas, una histeria colectiva con el asunto
del supuesto intento de violación hacia la señora Christine Blasey Ford por
parte de distinguido abogado Brett Kavanaugh, un hecho presuntamente acaecido
hace 36 años, en el contexto de una fiesta que muy pocas personas recuerdan con
exactitud.
Una
nueva investigación del FBI debería despejar las dudas que existieran sobre la
honorabilidad del juez, puesta en entredicho por personas manejadas por
intereses políticos, la certeza de los hechos alegados por la dama entre los
que resaltan recuerdos confusos y probablemente identidades equivocadas, y la
verdad sobre las intenciones de los senadores demócratas, encargados de arrojar
dudas razonables sobre el candidato a magistrado de los republicanos,
suficientes para que el senado norteamericano le niegue el acceso al cargo al
nominado.
Dicen ser patriotas y de los
nuestros, pero…
Ese
comunismo enquistado en Washington, con peligrosas infiltraciones en el aparato
de seguridad norteamericano, como lo demostraron los ataques del que fuera
director de la CIA de Obama, John Brennan, y el director de la Inteligencia
Nacional, James Clapper, ambos reconocidas fichas del socialismo militante y parte
del mismo entramado del gobierno del partido demócrata, que entregó a Venezuela
al gobierno Cubano, como si fuera una ficha en una mesa de cartas, para
garantizar su sobrevivencia.
Pero
a pesar de haber desatado una conflagración política en contra de la
administración Trump, los comunistas no han podido distraer el esfuerzo del
presidente republicano en llevar a buen término su plan de fortalecer a su
propio hemisferio; muestra de ello es el éxito obtenido con la culminación del
nuevo Tratado entre los Estados Unidos, México y Canadá, luego de difíciles
negociaciones, que volvieron a equilibrar las condiciones de mercado de esa
importante región de Norteamérica; también está la manera como ha enfrentado la
delicada situación venezolana, una verdadera mina antipersonal sembrada por los
demócratas para que le explotara en la cara a su gobierno, y la atención que le está prestando a la
delicada situación económica de Argentina; igualmente se suma la manera como
está manejando el tema de la corrupción en Brasil… todo habla de un verdadero
interés en estabilizar la región, y Colombia es un buen ejemplo de ello.
Pero
vuelvo a mi preocupación inicial, debido a las administraciones presidenciales
del partido demócrata, el socialismo ha avanzado como nunca en nuestro
continente con las secuelas esperadas, aumento de la pobreza, prevalencia de
gobiernos de fuerza y aumentos significativos de la violencia política, perdida
de libertades a nivel continental, con un debilitamiento del espíritu
democrático.
Lo
más grave, lo mismo estaba sucediendo a lo interno de los EEUU, una increíble
pérdida del de sentido común y la prevalencia de pasiones suicidas dentro de
vastos sectores de la sociedad, el comunismo opera como una ideología, en la
mente de los hombres y mujeres que la aceptan consciente o inconscientemente,
en Norteamérica esta ideología está institucionalizada en un partido político
que pretende el bien colectivo a costa de los derechos individuales.
Trump
llegó justo en el momento crítico de evitar un enorme retroceso del poder
norteamericano y, a pesar de su personalidad confrontadora e individualista, que
cae mal en algunos sectores, sus acciones y sus proyectos se van concretando en
la reparación del tejido económico y social de los Estados Unidos.
China
y Rusia rechinan sus dientes ante el cambio de condiciones en Washington; ellos
fueron los más sorprendidos cuando la rueda de la fortuna favorecieron al entonces
candidato republicano, ninguno de las dos potencias quiere perder acceso al
mercado de consumidores más grande y rico del planeta, y ahora tienen que
sentarse a negociar con un hombre que no renuncia al liderazgo y presencia de
su nación en la arena internacional, con reglas claras, justas y sin trampas. Esas
son buenas noticias para un occidente que venía recibiendo palos por todos
lados. -
saulgodoy@gmail.com
Totalmente de acuerdo con tu opinión. Sin desperdicio.
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