La biógrafa de Aldous Huxley (1894-1963), Doireann MacDermott dice algo muy interesante sobre el momento en que Huxley escribió ésta obra, ya llevaba tres años viviendo en California, en sus muchas paradas tuvo la fortuna de vivir al borde del desierto de Mojave en plena Segunda Guerra Mundial, su acusada miopía lo hacían no apto para ninguna función militar, de hecho estaba casi ciego, un médico, por medio de una terapia experimental había podido rescatar el 50% de visión de uno de sus ojos y la recomendación fue estar en lugares iluminados, de atmósfera muy limpia.
Por
otro lado, era abrumadora, para el escritor, la comprensión a distancia de los
eventos que sacudían su querida Europa, Huxley mejor que nadie entendía lo que
se jugaba la humanidad en esa guerra en contra del nazismo, su visión del
futuro era pesimista por lo que su interés se concentró en cosas que no eran de
este mundo, sostenía la necesidad de que el hombre cultivara con más ahínco su
parte espiritual “El mundo sería aún más
horrible de lo que es si no fuera por la existencia de una minoría teocéntrica
entregada a una actividad totalmente distinta de la que es propia de una
mayoría antropocéntrica”
De
las cosas que hizo, según le reportó a la escritora Victoria Ocampo, fue leer
la vida de Santa Teresa y de San Francisco de Sales, en Los Angeles había hecho
contacto con la Sociedad Vandata y con el Swami residente, hizo un profundo
trabajo de investigación sobre El Libro de los Muertos y nunca dejó de lado sus
extensos estudios sobre el budismo.
Pero
volvamos al comentario de la señora MacDermott sobre aquellos años en la
localidad de Llano, donde Huxley y su mujer María encontraron una pequeña finca
donde vivieron como pioneros, con agua suministrada por un molino de viento,
con una pequeña planta eléctrica, un horno que en base a espejos y con la luz
solar los ayuda a cocinar, debido a los racionamientos de gasolina y de
cauchos, los viajes a la ciudad se hacen escasos al igual que las visitas, “Quien haya transitado por los desiertos del
suroeste de los Estados Unidos habrá experimentado sin duda la extraordinaria
sensación que producen aquellas vastedades, apenas pobladas de arbustos y
yerbas aromáticas, con algún que otro promontorio sobre el horizonte y bajo la
inmensidad de un cielo que obliga a pensar en el infinito. En pocos lugares del
mundo debe imponerse, como allí, la inmanencia de Dios y de lo eterno. Paseando
por aquellos parajes, espirando en medio de absoluto silencio sus aires
diáfanos, no es extraño que Huxley llegara a una nueva comprensión de los
místicos que durante años había considerado con interés y simpatía, aunque
siempre con cierto reparo”.
He
aquí a unos de los ingleses más cosmopolitas de su tiempo, estacionado en uno
de los lugares más agrestes del mundo, viviendo una vida de lo más sencilla y
pensando sobre profundos asuntos metafísicos, el resultado no pudo ser más
extraordinario, en 1945, Huxley publica su obra La Filosofía Perenne.
No
pude menos que entender aquellas circunstancias ya que en 1976, luego de mi
graduación en Western Michigan University, realicé, un viaje iniciático,
siguiéndole los pasos al brujo Carlos Castañeda por el desierto de Mojave y de
Sonora, y efectivamente, son desiertos cargados de poder y de una energía
única.
Se
trata de un trabajo de recopilación y comentarios del autor sobre un conjunto
de textos de diversos autores y culturas que tienen que ver con esa búsqueda de
Dios, entendido como una experiencia, un estado del ser de carácter místico, de
elevación espiritual hacia los confines de una realidad divina.
De
manera arbitraria y de su gusto muy personal, escoge textos breves de autores
occidentales y orientales, allí encontramos comentarios del maestro Eckhart, de
San Bernardo de Claraval, Sebastián Castelio, William Law, San Juan de la Cruz,
Hans Denk reunidos con referencias a textos hindúes de obras como el Bhagavad Gita, los Upanishad, el Libro
Tibetano de los Muertos, autores sufíes del Islám, místicos chinos como Lao
Tzu y Chuang Tzu, entre otros.
Huxley
ya había hecho algo parecido pero con poetas en su obra Textos y Pretextos, el resultado es de muy variada índole, para
algunos ilustra de manera notable como esta búsqueda por la divinidad y estados
místicos, realizados por personas altamente capaces y entrenadas para esta
tarea, resultan en una serie de experiencias que le dan un sentido profundo a
la vida, y allí están sus impresiones de ese viaje.
Para
otros es la prueba de un esfuerzo continuado de unos 25 siglos de los humanos
en tratar de aprehender ese mundo primordial y de misterio que pocas veces nos
toca pero que está allí gravitando en toda la existencia, como fibra
fundamental del universo.
Aún
hay, quienes solo ven el enorme conocimiento de este enciclopedista moderno,
por libros como éste es que muchas personas se enteran que existen autores y
obras que se han atrevido a llegar tan lejos, Huxley definitivamente era un
sabio en todo el sentido de la palabra y éste libro es prueba de ello.
Yo
comulgo con las tres impresiones, y como mucho antes que Huxley lo describió
Leibniz, sí existe ese nivel de existencia y esa filosofía perenne que tiene
que ver con las fuentes de la moral, de la psicología y de la trascendencia.
Huxley
aboga por las prácticas de una vida contemplativa, las sociedades evolucionadas
las permiten ya que es la única manera de advertir la Totalidad de la
existencia, y las permiten brindando las condiciones de vida necesarias para
iniciar esta búsqueda que no son otras que el ambiente político, de libertades,
de satisfacción de las necesidades materiales y de conocimiento suficientes
para que la persona inicie el camino.
Voy a
terminar esta breve reseña de un libro que me es caro, recogiendo las palabras
de Huxley en el libro y que atañes a nuestra actual situación en nuestro país,
dice: “Los regímenes totalitarios
justifican su existencia mediante una filosofía de monismo político, según el
cual el Estado es Dios en la tierra, la unificación bajo la planta del divino
Estado es la salvación, y todos los medios tendientes a tal unificación, por
más perversos que intrínsecamente sean, son justos y pueden emplearse sin
escrúpulos. Este monismo político
conduce en la práctica a privilegios y poder excesivos para unos pocos y
opresión para la mayoría, el descontento en el país y la guerra con los países
extranjeros… Tales emociones negativas son fatales para la vida espiritual”. –
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