Pretendo demostrar con este artículo como el chavismo, o el socialismo del siglo XXI o la mentada Revolución Bolivariana, que para todos los efectos es la misma cosa, se ha convertido en la expresión más lamentable y peligrosa de esa ideología salvaje y destructora que es el totalitarismo, y la intención en descubrir para ustedes esta realidad es para que no se confundan, y piensen que los venezolanos libres, plurales y democráticos podemos convivir con esta manifestación de la maldad más pura y ciega que existe.
El
chavismo es muerte y para allá se dirige, por lo que hay que acabar con esa
ideología lo antes posible, y hacerlo, es un acto heroico y humanitario ya que
como bien dice el historiador Eric Voeguelin, el totalitarismo no pretende
cambiar la naturaleza humana, sino destruirla.
Antecedentes del totalitarismo
Hay
autores que identifican los orígenes del totalitarismo en la forma de gobierno
que asumieron los espartanos, una doctrina militarista colectivista donde las
mujeres, los hijos, las bestias, todo pertenecía a la comunidad hecha estado en
permanente estado de movilización.
Platón
recoge en su obra La República, esta
idea de estado absoluto y lo eleva como la mejor forma de organización de la sociedad,
y lo expresa de ésta manera: “De todos
los principios, el más importante es que nadie, ya sea hombre o mujer, ha de
carecer de un jefe. Tampoco debe
acostumbrarse el espíritu de nadie a permitirse obrar siguiendo su propia
iniciativa, ya sea en el trabajo o en el placer. Lejos de ello, así en la guerra como en la
paz, todo ciudadano deberá fijar la vista en su jefe, siguiéndolo fielmente y
aún en los asuntos más triviales deberá mantenerse bajo su mando. Así, por
ejemplo, deberá levantarse, moverse, lavarse o comer… sólo si se le hubiere
ordenado hacerlo… en una palabra, deberá enseñarle a su alma, por medio del
hábito largamente practicado, a no soñar nunca con actuar con independencia y a
tornarse totalmente incapaz de ello. En
esta forma la vida de todos transcurrirá en una comunidad total.”
Es
interesante destacar que el totalitarismo y sus adeptos hacen un punto de
honor, para justificar la imposición de su sistema a la sociedad, el tema de la
justicia, a decir de Platón, reemplazar el egoísmo y la discordia civil por la
harmonía, una muy interesada tesis donde el patrón fundamental es el interés
del estado. Todo aquello que favorezca al estado será bueno, virtuoso y justo;
todo aquello que lo amenace será malo, perverso e injusto, su interés
fundamental es hacerle la vida fácil a la clase gobernante.
El
totalitarismo tuvo un importante repunte en la modernidad, éste renacimiento de
las tesis totalitarias tiene sus antecedentes en formas de gobiernos
absolutistas entre las que se distinguen las dictaduras y el imperialismo,
conjuntamente con prácticas de
discriminación social tales como el antisemitismo y el racismo, por ejemplo, el
sistema de dominio y explotación que instauró el príncipe Leopoldo sobre el
Congo belga, fue una temprana muestra de lo que vendría, al igual que las
distintas manifestaciones de persecución y exclusión social que se practicó por
algunos gobiernos en contra de algunas minorías, como los judíos en Europa a
principios del siglo XX.
El
hecho de que un gobierno en términos del interés nacional, pudiera desarrollar
métodos, leyes y argumentos para disponer sobre la vida de una parte de la
población a la que considera “dispensable”, aplicarle restricciones y en
algunos casos exterminarla, llevó a ciertos gobiernos, principalmente de corte
militarista, a profundizar estas prácticas pero ya ejerciéndola sobre la
población general, que consistía principalmente en la utilización del terror
como herramienta de control social.
Fue
sin duda el nacionalsocialismo alemán y la figura de su líder Adolfo Hitler la
tendencia política llamada a desarrollar el totalitarismo en su forma más
acabada, seguida muy de cerca por el totalitarismo estalinista en Rusia; aunque
diferentes en actores, cultura y tiempos, ambos totalitarismos comparten
semejanzas que sólo son obvias una vez que se conocen los mecanismos que lo
mueven.
El
totalitarismo está asentado sobre un discurso de principios y valores que
elevan a grado sumo elementos raciales, del suelo (territoriales), patrióticos,
de un pueblo como expresión cultural y de poder que sólo responde ante la
divinidad, con un liderazgo que no puede ser discutido, al contrario, debe ser
reverenciado como infalible y que obedece a unos máximas morales y éticas que
lo sitúan por sobre cualquier otra visión del mundo, lo que hace que su
ideología sea incontestable y que no acepta contradicciones.
Esta
condición, de creer en su superioridad física y moral lo llevan a imponer su
credo al mundo, su espíritu de dominio y control no detiene en sus fronteras
sino que busca, como misión de vida y obligación histórica, la conquista
liberadora de los demás pueblos del orbe, de allí su peligro para la paz y la
estabilidad internacional, de allí el milenarismo y finalmente encarnar la
voluntad del pueblo, su soberanía y su identidad.
El uso encubierto de la violencia
Mi
primera hipótesis es que el chavismo como forma de totalitarismo, se ha venido
desarrollando desde hace 18 años imponiéndole a Venezuela lo que la experta en
totalitarismo, la historiadora y filósofa Hannah Arendt, describía como un
“anillo de hierro”, que no es otra cosa que un pliego normativo autoritario, impuesto
por las armas, que constriñe las libertades ciudadanas y obligaba a las
personas a ser cada vez más dependientes del estado.
El
chavismo como forma totalitaria de gobierno ya está desembocando en su fase
última, que se reconoce por su actividad de exterminio de lo que considera,
“sobrantes” de la población, la diferencia con el totalitarismo tradicional es
que no hay campos de exterminios (aunque alguna cárcel venezolana pudiera
coincidir con algunos de estos lugares), pero sí hay un programa en ejecución.
El
uso de las policías y los operativos de exterminios (búsqueda y destrucción) de
supuestos criminales en las barriadas de las principales ciudades del país,
conocidos como OLP, que se traduce en la aplicación extrajudicial de la pena de
muerte es una de sus facetas.
Otra
modalidad consiste en la actividad que despliegan los bien llamados colectivos
armados, que no son otra cosa que grupos de violentos bajo la fachada de
movimientos políticos que apoyan a la revolución, que atacan a la población por
órdenes del gobierno y con total impunidad (muchas veces con el apoyo abierto
de las autoridades), aunque su función primordial es generar miedo entre la
población opositora al régimen, sus acciones en contra de manifestaciones
pacíficas de protestas han tenido su cuota de bajas.
La
otra cara del programa de exterminio lo realiza con la ayuda del hampa común,
bandas de delincuentes que operan desde las cárceles o en los barrios a quienes
el gobierno ofrece territorios, armas y privilegios (zonas de paz), a cambio de
que les mantengan el orden político en esos sectores.
La
actividad de estos grupos en conjunto ha producido en los últimos tres años una
inmensa cantidad de víctimas que el gobierno trata de confundirlas con las
cifras negras policiales como bajas en la lucha contra el delito, pero en
realidad son cifras amañadas que ocultan un proceso de limpieza de indeseables
para el régimen.
Pero
el grueso del exterminio se encuentra en las cifras de muertes por desahucio,
de personas que no reciben la atención médica necesaria en el momento oportuno,
de niños y ancianos que mueren por enfermedades contagiosas endógenas,
infecciones hospitalarias y por desnutrición.
Esta
enorme cifra de venezolanos exterminados por la inoperancia del gobierno, por
la negación a prestarle a la población los más básicos requerimientos de salud
para el sostén de la vida, solo se explica, bajo el esquema, o de que están
recibiendo órdenes desde Cuba para causar una sensible reducción de la
población autóctona venezolana con fines de un futuro repoblamiento del
territorio con nacionales cubanos, o con una drástica reducción de los
presupuestos de atención a la alimentación y a la salud, para que dichos montos
de dinero sean desviados a las arcas de La Habana para atender las necesidades
de ese gobierno.
El
asunto es que el gobierno chavista está destruyendo su base poblacional de la
que derivaba su apoyo electoral, pues son los sectores más vulnerables de la
población, los pobres, los que engrosan estas espeluznantes estadísticas
genocidas, no son los “escuálidos” o la clase media donde se encuentra la verdadera
fuerza opositora al régimen, lo cual hace suponer que ya al gobierno no le
importa contar con el apoyo popular pues piensa que puede mantenerse en el
poder sin pueblo, sin elecciones, sólo con la fuerza de la violencia.
Esta
limpieza poblacional tiene otro sentido dentro de la estrategia totalitaria,
sembrar el miedo entre los que quedan vivos, sólo aquellos que estén de lado de
los genocidas del gobierno recibirán los servicios y los alimentos que
necesitan para sobrevivir, éste es un mecanismo de biopolítica suficientemente
estudiado por expertos de todo el mundo, y consiste en el racionamiento de
estos insumos por medio de listas, tarjetas o mecanismos como los CLAP, que son
las organizaciones populares que hacen registro y control de la población que
le son fieles al gobierno y a las que premian, entre otras cosas, con bolsas de
alimentos cada cierto tiempo.
Para
el chavismo todo aquel habitante que no le sea útil a la revolución, y exigen
total entrega a sus adeptos, son superfluos y por lo tanto deben o irse del
país, ser destruidos o aceptar en silencio el yugo, la filosofía del nuevo
hombre y del pensamiento único exigen uniformidad, no puede haber variedad ni
otros puntos de vista que no sea los que dicte la revolución.
La
gran cantidad de presos políticos que exhibe el régimen, su constante bulling hacia los sectores de la
oposición, no sólo son indicativos de su propia inseguridad ideológica sino de
un desprecio supino por la confrontación de ideas, por el debate y
fundamentalmente, por el miedo que le tienen al diálogo verdadero, ese que se
produce entre iguales y donde solo triunfa la razón, donde es posible la
negociación y los entendimientos; en el totalitarismo eso es imposible que
suceda.
Como
les decía, cuando un gobierno totalitario se encuentra en esta fase, es porque
es la última etapa de su desarrollo, a partir de este momento el aparato
totalitario funciona como estado policial a lo interno y como amenaza militar a
lo externo, si bien el gobierno chavista no puede en este momento, por causas
económicas, expandirse como lo hizo con el gobierno de Hugo Chávez a otro
países para fomentar la ideología totalitaria, hay que estar atentos pues su
voracidad territorial y poblacional no se extingue, sino que queda latente,
esperando mejores tiempos.
Tratar
de dialogar o entrar en razón con personas imbuidas en este marco mental es una
tarea imposible, como creen en la superioridad moral de sus acciones por más
torcidas y criminales que sean, siempre están convencidas que hacen el bien,
enceguecidos por una venda que les impide la racionalidad, trabajan en base a
dogmas y metas imposibles de cambiar desde afuera, la única manera de
doblegarlos en venciéndolos con la fuerza.
El control de los ciudadanos o
como robarle ciudadanía a la persona
Pero
ahora veamos el aspecto del control poblacional, para controlar a la gente
tienen que controlar su mente y para ello el gobierno debe manipular sus medios
de vida, una vez que el gobierno tiene poder sobre los medios de producción,
sobre los mercados de trabajo, sobre las ofertas de empleos, cuando se
convierte en el principal empleador y fuente fundamental de inversión, cuando
controla la emisión del dinero y provoca inflaciones galopantes, escasez de
productos y control absoluto sobre las divisas, entonces tiene el control sobre
la población.
Por
ello, las colas de gente tratando de conseguir productos subsidiados, son una
necesidad para el gobierno, necesita tenerlos ocupados en funciones básicas
como sobrevivir, para quitarles toda fuerza para que se rebelen, protesten o
piensen en política.
Una
población desnutrida y hambreada es más fácil de manipular que una sana e
independiente.
El
gobierno además, induce al miedo en la calle, hay un toque de queda no
declarado en el país, el gobierno nos obliga a comer lo que él quiere que
comamos al precio que le conviene, las posibilidades de trabajo se hacen cada
día más precarias, el crecimiento económico es negativo, las empresas y
comercios cierran por imposibilidad de mantenerse en éste medio diseñado para
arruinar a los empresarios libres e independientes.
Hay
un trabajo de erosión de la dignidad y la voluntad en las personas, que de
lograrlo, hacen a la población instrumento fácil para lograr de ellos
verdaderos esclavos del régimen, pero para ello deben destruir toda traza de
individualidad en la persona, necesitan colectivizarla, imponerles una igualdad
en las necesidades, tener una sola voz.
El
totalitarismo chavista ha provocado un éxodo de personas, la mayoría
profesionales, que nunca antes se había visto en el país, la oposición política
está trabajando con culillo, amenazada con procesos judiciales fabricados, con
cárcel y torturas, incluso con la muerte, la comunidad internacional no termina
de reaccionar ante las devastadoras evidencias de que Venezuela vive un
totalitarismo salvaje y contagioso, el hecho de que el gobierno se haya
posicionado a la izquierda y tenga el apoyo cubano, les ha resultado como
especie de permiso para devastar al país sin mucha resistencia, por lo menos la
comunidad internacional lo ha tolerado.
De
allí la necesidad de la hegemonía comunicacional, de un aparato de propaganda
de tal intensidad y penetración que sea imposible escuchar otras voces, otras
ideas, la plataforma de comunicaciones del gobierno totalitario tiene como
función primordial reinterpretar la realidad de acuerdo a los intereses del
régimen, sin importar que es verdad y que es mentira, llegando incluso al
extremo de fabricar una realidad virtual, por ello la guerra declarada al
periodismo libre e independiente y la manipulación de los derechos de la
información veraz y oportuna, y la censura al derecho de libre expresión del
pensamiento es una política de estado.
La
introducción del elemento militar en el gobierno y la creación de esa unión
cívico-militar como objetivo de la revolución, ya hablan mucho de cómo el
autoritarismo militar ha penetrado en todos los aspectos de la vida ciudadana,
el país ha quedado dividido en regiones militares que son la base de la
planificación no solo de la seguridad, sino de planes de producción y áreas
educativas, de servicios de salud y ejes de desarrollo.
El
militar banquero, industrial, comerciante, distribuidor, agricultor,
transportista se confunde con el militar narcotraficante, corrupto,
extorsionador, secuestrador, invasor, los uniformados están metidos en todos
los negocios posibles de la república, lícitos o ilícitos, son tan socios de
los emprendedores legítimos como de los carteles del crimen organizado, se
confunden en su papel de guardianes y ladrones, de garantes de la ley y
mafiosos, pero funcionan como una clase privilegiada por encima del común de
los ciudadanos y de la ley.
El
gobierno chavista gasta ingentes recursos en promocionar su imagen en el
exterior, pero la imagen que pretende dar es todo lo contrario a su actuar, se
quiere posicionar como un sistema político humanitario, pacífico y solidario
cuando la verdad es lo opuesto, constantemente destaca las virtudes de la
revolución y se erige como ejemplo a seguir, pero el contraste es ya
insostenible, es imposible ocultar la crisis humanitaria que se empeña en
negar, creada y sostenida precisamente para continuar con su limpieza
ideológica.
El totalitarismo como problema
político contagioso.
Pero
en el caso venezolano, como ya se ha iniciado la devastación ecológica del
territorio, que es inaceptable para la región por el peligro que representa
para los intereses de países vecinos, las violaciones masivas de derechos
humanos son demasiados horrendas como para seguir permitiéndolo en nombre de
una muy mal entendida convivencia latinoamericana, la actitud del gobierno es
de una burla absoluta a la decencia y los valores de occidente, no ha parado de
inducir conflictos y enfrentamientos en el seno de las organizaciones donde
participa, el gobierno de Maduro tiene los días contados.
El
totalitarismo es como el cáncer, o se le contiene a tiempo o se come al cuerpo
completo, es por naturaleza nihilista, autodestructivo, suicida, la distopía de
un totalitarismo global solo pertenece a la literatura de ficción, hasta el
momento la comunidad internacional, los hombres de buena voluntad, los pueblos
libres, ha encontrado la manera de contenerlo cuando se presenta, o como en el
caso de la Rusia estalinista, que se consumió sólo con la muerte de su líder.
Éste
totalitarismo llamado socialismo del siglo XXI, tiene una superficie edulcorada
con todas las buenas intenciones de una redención social, se confunde ex
profeso con algunos aspectos de las creencias cristianas, se hace pasar por
democrático y promete la liberación de los pueblos, al igual que el populismo,
apela más a los sentimientos que a la razón, y su discurso, tiende hacia el
nacionalismo y los valores patrios, pero es toda una impostura, un engaño, ya
que una vez en el poder y asistido por la fuerza moral que le otorga actuar en
nombre del pueblo, enseña sus garras y colmillos cuando ya es demasiado tarde.
Maduro
y su régimen hace ya mucho tiempo sobrepasó el límite que Arendt calificó como
de la desarticulación del espacio público, el venezolano obligado por las
condiciones totalitarias se preocupa sólo por su sobrevivencia sin importarle
los demás, no se involucra con suficiente ahínco a la lucha por sus derechos
inculcados, individuos aislados sin posibilidad de coordinar acciones
colectivas con sentido de verdadera resistencia, se agotan sin lograr avances,
la sociedad civil en su imposibilidad de lograr acciones efectivas que pongan
termino al horror, se va poco a poco silenciando y aceptando su condición de
oprimido.
Maduro
se me parece cada día más al jefe nazi Adolf Heichmann, encargado de
transportar a los judíos a los campos de exterminio, y que en el juicio que le
siguieron en Israel, Arendt lo calificó como la personificación de la banalidad
del mal, un hombrecito común, ordinario, que cometió los más horrendos crímenes
sin ninguna otra motivación que seguir órdenes.
Al
igual que Maduro, siguiendo un Plan de la Patria que heredó como legado de su lider,
que se atreve hacer chiste del hambre que pasa el pueblo hablando de la “dieta
de Maduro”, que cree que ser valiente es agarrar a golpes a unas mujeres
humildes que protestan la escasez tocando cacerolas, mandando a torturar a
presos políticos indefensos en sus celdas, o tomando territorio con sus FFAA
como si fueran tropas de ocupación, Maduro realiza estos actos criminales
porque es un idiota moral, una persona incapaz de discernir sobre el valor
moral y ético de sus propias acciones y hasta risa le dan, es capaz de
incendiar al país mientras toca sus tambores y baila chancleteado con la
Primera Combatiente, todo un Nerón tropicalizado.
El
chavismo ha dejado sembrado en el mundo varias semillas de este totalitarismo
transformado en socialismo del siglo XXI, en Bolivia, en Ecuador, en Nicaragua,
en Cuba, en los EEUU, en España, en Colombia, en Panamá, en otros países de
Centroamérica y el Caribe, ha sido recientemente extirpado de Argentina y
Brasil y estamos a la espera de sus consecuencias, cuando el chavismo es
derrotado abiertamente o su oposición es muy fuerte, su accionar se hace subterráneo,
clandestino, y su plan es penetrar instituciones claves como las fuerzas
armadas, minorías organizadas o algún partido político, en el caso de los EEUU,
tengo la impresión que el partido Demócrata ha sido contaminado mas allá de lo
deseable.
En países
como Bolivia, Nicaragua y Cuba han prosperado, en los demás están latentes, a
la espera de que los gobiernos de turno entre en crisis o se comporten con
debilidad ante sus manifestaciones, lo importante es estar conscientes de que
existe y que puede prosperar.
Heichmann
fue sentenciado a la horca, el destino de Maduro está por verse, aunque ya
tiene asegurado su lugar en la historia y no precisamente como un héroe
revolucionario.
Su
gobierno, definitivamente, es totalitario. - saulgodoy@gmail.com
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